Es preocupante que el nivel de violencia y los ataques criminales contra las fuerzas del orden en el país estén en aumento. Los dos últimos hechos ocurridos en las provincias de El Oro y Los Ríos, zonas conocidas por sus altos índices de muertes por enfrentamientos entre organizaciones narcodelictivas, son alertas que no pueden ignorarse.

Si estos grupos criminales no temen atentar contra la Oficina de Antinarcóticos de Machala, utilizando dinamita, bombas molotov y fusiles, o emboscar a agentes y robarles el patrullero, como ocurrió en Mocache, ¿qué se puede esperar de la sociedad civil? En ocasiones, incluso con estados de excepción y todas las fuerzas del orden desplegadas, la ciudadanía ha evidenciado sentirse desprotegida y acorralada.

Es fundamental que el Estado actúe con determinación y urgencia para restablecer la seguridad y la confianza en las instituciones. La violencia desmedida contra los cuerpos de seguridad no solo pone en riesgo la vida de los agentes, sino que también socava la estabilidad de la nación. El fortalecimiento de las fuerzas del orden, junto con estrategias más eficaces para combatir el crimen organizado, es crucial para garantizar la seguridad de los ecuatorianos. Esta no es solo una cuestión de seguridad, sino de supervivencia para el futuro del país.