La solución a la problemática de la falta de árboles y de áreas verdes que oxigenen la ciudad y le prodiguen frescura, más que nada durante el invierno, no debe aplazarse ni olvidarse

Los habitantes de Guayaquil se asan por las altas temperaturas por encima de los treinta grados, porque no hay nada que prodigue sombra ni minimice el impacto de los rayos solares.

No se trata de una incomodidad menor, sino de una situación compleja, cuya solución debería constar en los planes de quienes hacen campaña para captar la Alcaldía de Guayaquil, porque el bienestar común está en juego.

Diario EXTRAno desmayará en su lucha para llamar la atención de las autoridades locales (también las nacionales) para que ejecuten acciones urgentes que bajen la temperatura de una ciudad que es una selva de cemento y que literalmente hierve en las tardes, porque no hay árboles ni se han implementado sistemas de ventilación sustentables.

Guayaquil requiere de una arborización inmediata y de una ordenanza que obligue a los promotores inmobiliarios a contemplar grandes espacios de áreas verdes en las urbanizaciones que construyen. La ciudadanía demanda purificadores naturales de aire y sombra.