El desempleo es una bomba de tiempo en nuestra sociedad. La cantidad de jóvenes que no trabajan ni estudian es alarmante, de ahí que muchos puedan ser seducidos por mafias criminales en su desesperación por hallar ingresos económicos rápidos para sostener sus hogares.

El ofrecimiento del actual presidente durante la última campaña electoral y que fue uno de los pilares para sostener su triunfo: empleo juvenil, ya está en manos de la Asamblea Nacional para ser tratado en primer debate. La reforma tributaria, propuesta por el Ejecutivo, plantea incentivos para la contratación de jóvenes, donde seis de cada diez personas sin trabajo son muchachos de entre los 18 y 29 años.

El cumplimiento de esta oferta de campaña debe ir más allá de incentivos para los empleadores y beneficios tributarios, debe ir atado a una verdadera reactivación económica y para esto es necesario que el Estado garantice la seguridad, porque los negocios también reciben el golpe de la violencia criminal, que limita su crecimiento productivo por las extorsiones y más delitos.

Es momento de aterrizar las ideas y propuestas de papel para que nuestros jóvenes se adueñen de los espacios productivos y sean un real aporte a la sociedad. Empleo solo para ganar adeptos no es suficiente. Trabajo, pero sin desigualdad, debe ser el camino.