El problema no es nuevo, pero todo esfuerzo resulta inútil para tapar los huecos en las fronteras, por donde entran enormes cantidades de droga, pero también armas, municiones, explosivos, toda clase de contrabando y hasta trata de personas.

Ecuador es el ‘pato’ en el negocio del crimen transnacional. Los resultados de la inexperiencia para atajar la porquería que los delincuentes nos lanzan desde los territorios vecinos -también con la ayuda de corruptos enquistados en diferentes instituciones- están a la vista. Cada vez es más difícil controlar este mal.

Crónica de un problema muy anunciado, al que le prestaron poco interés en Ecuador desde 2016, cuando las disidencias y desertores de las FARC, así como los narcos colombianos, se apropiaron de los territorios que dejó la guerrilla hasta cruzar el río e instalar su reino de terror en este país.

Los gritos del Gobierno Nacional, pidiendo ayuda internacional para afrontar el crimen transnacional, tienen respuestas lentas, que no abarcan toda la extensión del problema.

Si se bloquean las puertas y ventanas para que lo malo no entre, deben también, casa adentro, atender las carencias en la parte social, el ‘alimento’ del crimen organizado, de lo contrario seguiremos llenos de ‘goteras’.