Muchos olvidan que hace menos de un año y medio lloramos por la partida prematura de familiares y amigos producto de la COVID-19 y de a poco estamos saliendo de esta escabrosa situación. Ya las medidas dejaron de ser radicales y se flexibilizaron para favorecer la economía de muchas instituciones públicas y privadas. Los eventos masivos, como partidos de fútbol, empezaron a abrir sus puertas de manera paulatina para recibir a los aficionados, claro está que se tuvieron que establecer protocolos de bioseguridad muy exigentes tanto para los equipos como las hinchadas.

Pero el domingo se dio un hecho inusual durante el clásico sudamericano entre las selecciones de fútbol de Brasil y Argentina, que se enfrentaban por la clasificación al Mundial Catar 2022. En pleno partido ingresó personal de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria brasileña para llevarse detenidos a cuatro jugadores gauchos que habían sido notificados para que realicen la cuarentena dentro de su hotel, ya que venían procedentes del Reino Unido.

Como resultado de todo este zafarrancho, el partido quedó suspendido y todos nos quedamos con las ganas de disfrutar de uno de los encuentros más atractivos que se dan pocas veces al año. Las reglas se hicieron para cumplirse y ni el fútbol ni cualquier dirigente ‘encopetado’ está por encima de las leyes de un país, peor con un tema tan delicado como lo es el sanitario, producto de la pandemia. Ojalá se dé una fuerte sanción ejemplarizadora para que no se repitan estas altanerías que ponen en riesgo la salud de una sociedad que fue muy afectada como la brasileña, que llegó a tener los índices altos de muertes producto del maldito bicho.