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Opinión
Editorial: El campo se va a pique
La desatención del área rural y de la producción agrícola impacta drástica y negativamente en la economía nacional y empuja el hambre al campo por las cosechas perdidas debido a las recurrentes inundaciones y los caminos destruidos, lo cual impide que la poca producción que se salvó del exceso de agua llegue a los mercados internos y externos.
Miles de hectáreas de cultivos perennes y de ciclo corto están inundadas en las zonas bajas de las provincias de El Oro, Guayas, Los Ríos, Manabí y Esmeraldas, en donde no se han construido las obras de mitigación o bien las que existen no cumplen con su propósito, ya sea porque no les dieron mantenimiento adecuado o porque fueron mal diseñadas y construidas.
Han sido tantos los millones de dólares mal invertidos en sistemas de protección en las últimas tres décadas, que no debería haber ni caminos destruidos ni inundaciones graves.
La responsabilidad de las permanentes peripecias viales y de las pérdidas agrícolas que sufren anualmente los campesinos es de las autoridades que, conociendo las debilidades de los sectores y las necesidades apremiantes, no se han preocupado por ejecutar las urgentes obras preventivas para el correcto control de las inundaciones de la estación lluviosa.