Señalar culpables de la actual situación social que vive nuestro país es fácil, ya que todos somos jueces detrás de una computadora o televisor. Responsabilizar al Gobierno es deporte nacional de los ecuatorianos, pero ¿estamos siendo realmente conscientes sobre el origen de todo este mal?

Los que hoy delinquen e irrespetan las leyes fueron personas que en su momento tuvieron un hogar con padres, pero al parecer tan solo como una figura decorativa, porque el papel de ellos es formar a sus hijos, no solo académicamente, sino convertirlos en personas de bien, a través de hábitos y buenas costumbres fomentando los valores humanos que ya nadie menciona y menos aún ponen en práctica. Es tiempo de hacer una introspección e identificar los errores que cometemos desde nuestro rol como hijo, padre, hermano, compañero o desde el rol que la sociedad no ha ubicado para determinada función o tarea. Dicen que una persona no puede cambiar al mundo, pero puede ayudar o estimular a que otras personas también lo hagan y esa suma de voluntades puede generar una ola de cambio positiva para la sociedad a nivel planetario.

Ecuador no es un país que sale adelante con el accionar de una sola persona. Imposible pensar que la inseguridad no nos va a afectar tan solo por vivir en un barrio “pelucón” o por frecuentar lugares elegantes que cuentan con diversos sistemas de seguridad. No debemos ser insensibles y es hora de arrimar el hombro y trabajar desde nuestra trinchera y en conjunto. Los honestos somos más y este “mal” será como un virus que llegó, cobró muchas vidas inocentes, pero finalmente fue controlado por nosotros mismos.