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Opinión
Editorial: Del pesimismo a la esperanza
Es difícil ser optimista frente a un año que comienza con desafíos tan grandes
La muletilla que los ecuatorianos repiten cada 1 de enero: “Este año será jodido”, refleja una carga fatalista. Y no es para menos, considerando todo lo que las familias han soportado en 2024: el desempleo, la inseguridad, la corrupción, la deficiente calidad de servicios públicos. Este sentimiento de zozobra se extiende al 2025, dado el panorama incierto que nos plantea el escenario político en vísperas de las elecciones presidenciales.
Es difícil ser optimista frente a un año que comienza con desafíos tan grandes. Por ejemplo, en materia de seguridad, aunque el Gobierno presente cifras que indican una disminución de la violencia, no son suficientes, ya que el pueblo sigue sufriendo las extorsiones y viendo caer a víctimas colaterales de la guerra entre bandas narcodelictivas. Además, las empresas no logran recuperarse del golpe económico de los apagones y han tenido que despedir trabajadores, la obra pública sigue estancada, y funcionarios y asambleístas parecen anteponer sus conflictos personales a los intereses de los ciudadanos.
Sin embargo, también se debe recordar otra muletilla: “Hay que seguir adelante”. Para subsistir y resistir, los ecuatorianos deben exigir, con firmeza, cambios que beneficien a todos. Es momento de elegir con conciencia y responsabilidad, de aportar desde cada trinchera a la lucha por el resurgimiento de la nación.
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