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Opinión
Editorial: Nos están matando
Sucedió lo que se temía. La bala que rebosó este vaso de inseguridad en Guayaquil nos ha dado directo en el corazón. Una víctima colateral del enfrentamiento entre delincuentes y policías, un menor de edad, murió en los brazos de su padre cuando disfrutaban de un helado en un local del sur de la ciudad.
Doloroso y crudo, pero hay que gritarlo: ¡nos están matando! Y hemos sido testigos silenciosos de cómo en pocos meses la violencia criminal nos ha arrebatado la libertad de transitar tranquilos por las calles, de salir a disfrutar de la vida luego del encierro provocado por la pandemia del coronavirus. ¡No es justo!
Tampoco lo es que todavía sigamos esperando que las autoridades den la cara y actúen con firmeza para no lamentar más hechos como el que se vivió el pasado domingo y que fue el crespón para otro fin de semana de derramamiento de sangre en el Puerto Principal, con 12 asesinatos registrados.
Es evidente que las decisiones tomadas por el Gobierno en seguridad no han sido las correctas, pero lo que es peor aún es el silencio de quienes tienen en sus manos la seguridad de Guayaquil. Los ciudadanos buscan respuestas desde el encierro en sus viviendas, porque temen ser víctimas de una bala perdida en la calle.
Están matando nuestras esperanzas en días mejores. Están matando nuestra libertad. Y la trágica escena en la que murió el niño de 11 años es el reflejo de cómo estamos en Guayaquil: en medio de una guerra de la que no tenemos culpa. ¡Ya no aguantamos más!