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Opinión

Editorial: Ecuador en emergencia

Caminar o conducir en las diferentes calles de Ecuador, en especial en Guayaquil, se ha convertido en una película de terror donde los protagonistas somos nosotros: niños, jóvenes, adultos y ancianos, donde el guion trata sobre crímenes, asaltos, narcotráfico y pugna de poderes. Tiempos aquellos cuando se podía salir al parque o ir a las esquinas a conversar con los amigos del barrio sin el temor de que alguien atraviese una moto o vehículo para acabar con alguna vida a punta de plomo. Los tiempos han cambiado y la esperanza de vivir en una sociedad menos violenta y sangrienta es cada vez más lejana.

El presidente Guillermo Lasso tomó la decisión de declarar estado de excepción en todo el país durante dos meses para aplacar en algo los altos índices de inseguridad y violencia que atravesamos. Se trata de luchar contra todo el aparataje que está relacionado con la industria de las drogas y así poder restablecer el orden público y encontrar la paz que tanto anhela la ciudadanía.

Las Fuerzas Armadas y Policía Nacional tendrán la misión de desarticular estas bandas delictivas y contarán con el apoyo del Ejecutivo para defender legalmente a los agentes que hayan hecho uso progresivo de la fuerza.

El objetivo de los antisociales ya no es actuar en lugares oscuros y abandonados, sino todo lo contrario. Hacerse notar, pareciera que fuese la orden de los cabecillas de estas bandas para de esta manera crear la percepción de inseguridad y violencia en la urbe, provocando el pánico en el pueblo y repudio hacia las autoridades que no logran controlar esta situación.