Hollywood está horrorizado por el escándalo que involucra al rapero Sean ‘Diddy’ Combs. Detrás de su fama como cantante y productor, lo persiguen múltiples acusaciones.

Según las denuncias, sus víctimas femeninas y trabajadores sexuales masculinos eran inducidos a participar en espectáculos sexuales bajo el efecto de drogas, a veces durante varios días, denominados ‘Freak Offs’. Además, las acusaciones mencionan indirectamente un ataque a su exnovia, la cantante de R&B Cassie.

Lee también: Sean 'Diddy' Combs en ojo del huracán: filtran video golpeando a su expareja

EXTRA consultó a tres periodistas de espectáculo sobre si en nuestro medio farandulero también existen personajes con la influencia y el poder de Diddy, dedicados a actividades oscuras, y las opiniones están divididas.

Mauricio ‘Cuy’ Altamirano afirmó que, aunque no al nivel de Diddy, en la farándula ecuatoriana sí hay personas con comportamientos similares: “Y lo peor es que muchos lo saben; es un secreto a voces”.

Citó dos incidentes en los que individuos influyentes en el espectáculo nacional han estado involucrados en controversias. Mencionó a un director de teatro que, en los últimos días, exhortó a los padres a hablar sobre sexualidad con sus hijos para evitar embarazos no deseados, pero que, supuestamente, había sido acusado en 2009 de abuso sexual contra una joven de 17 años. Este individuo habría invitado a la joven a su casa bajo la excusa de hacerle una propuesta laboral, y luego huyó del país, regresando años después, cuando todo habría quedado en el olvido.

Altamirano también señaló que el abuso de poder en la industria del entretenimiento nacional ha escalado hasta productores de programas de farándula, quienes realizaban castings a jovencitas con el objetivo de convertirlas en estrellas, pero no sin antes ‘pagar piso’. “A bordo de su vehículo, salía del canal con ellas y se dirigían al motel que quedaba en la esquina, a la vista de todos”, indicó.

El Cuy también recordó que, cuando comenzaba en el periodismo de farándula, un colega lo invitó a “fiestas privadas” donde había excesos, pero él decidió no asistir por considerarlo inmoral.

Stalyn Ramos, otro cronista de espectáculo, argumentó que en un medio tan pequeño como el ecuatoriano, y con una economía históricamente inestable, es casi imposible que exista un Diddy Combs local.

“Para organizar fiestas de ese tipo, donde abundan el sexo, las drogas y el alcohol, primero se debe ser multimillonario y, segundo, atraer a artistas de alto calibre, tanto en talento como en recursos. El pago por esa protección y promoción no es solo sexual, sino también económico”, afirmó.

Cree que si existiera un Diddy en nuestro país, es porque ha sabido hacer bien las cosas para que no hayan salido a la luz sus víctimas. “Este tipo de degradación en la industria del entretenimiento está presente en todas partes y a todos los niveles”.

Citó como ejemplo lo que sucedió en México con el caso Andrade-Trevi, y hace unos años se reveló el de Sasha Sokol, quien, con apenas 12 años, fue la novia secreta de uno de los empresarios más importantes de una cadena televisiva mexicana.

Alsino Herrera, también cronista de farándula, menciona que Ecuador siempre ha estado lleno de mitos sobre este tema, y que si ocurriera algo así, el escándalo sería enorme.

“En la década de los 70, se hablaba de ciertos animadores de programas infantiles de televisión (involucrados en actos turbios), pero nunca se comprobó nada”, mencionó.

Herrera añadió que la industria artística juvenil en Ecuador ha sido casi invisible en comparación con otros contextos internacionales.

Además, destacó que Ecuador fue refugio de Edgardo Díaz Meléndez, creador del grupo Menudo, quien enfrentó acusaciones de pedofilia en medio de polémicas internacionales.

Sin embargo, subrayó que el país cuenta con mecanismos jurídicos de defensa y protección para niños y adolescentes, lo cual es esencial para combatir estos delitos. Aunque existen rumores no confirmados, por ahora, Ecuador no figura en ninguna lista relacionada con este tipo de problemática.

Otro caso que Altamirano, asegura, quedó impune, fue el de un modelo que, supuestamente, acosaba a menores de edad. Tenía fama de proxeneta.

“Cuando era presentador de farándula, en 2008, viajó a Esmeraldas con dos reporteras, una rubia y una morena. Las invitó a una exclusiva fiesta de uno de sus poderosos amigos, y luego de la farra, el anfitrión exigió que la rubia se fuera con él a la habitación. Ella se negó, y fue entonces cuando se enteró de que él había pagado al presentador 900 dólares por cada una, y que debían cumplir con lo acordado. Las dos reporteras le suplicaron que no les hiciera daño y, al día siguiente, regresaron ilesas a Guayaquil”.

Mauricio indicó que en esa ocasión las jóvenes tuvieron suerte, pero muchas otras no, y aún lamentan lo que vivieron al ingresar en la industria del espectáculo. “Esto seguirá pasando hasta que las víctimas se llenen de valor y se atrevan a denunciar”.

Puff Daddy, músico estadounidense, fue arrestado el pasado 16 de septiembre en un hotel de Nueva York. De acuerdo con el diario The New York Times, Combs, de 54 años, está acusado de usar su influencia para explotar a víctimas femeninas y masculinas de manera sexual en largas fiestas a las que asistían varios famosos de Hollywood.

Entre los confirmados asistentes, aunque aún se desconoce si conocían las actividades realizadas durante las fiestas, se encuentran Leonardo DiCaprio, las Kardashian, Beyoncé, Jay-Z, Mariah Carey, el rapero Usher y los príncipes William y Harry, de la Familia Real británica.

Si bien Diddy se declaró no culpable, los fiscales lo acusan de ser el jefe de una organización criminal y que utilizaba su inmensa fortuna y sus contactos en la industria artística y en empresas de renombre para llevar a cabo estas prácticas.

Justin Bieber en la ‘colada’

Justin Bieber y Diddy comenzaron a relacionarse en 2009, cuando el canadiense apenas tenía 15 años y estaba comenzando su creciente carrera musical. Se les vio por primera vez juntos cuando compartieron un video juntos llamado, ‘48 hrs with Diddy’.