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Miles de hinchas festejaron hasta más no poder, tras el título que logró Aucas.ANGELO CHAMBA

Las matracas no pararon de sonar por Aucas

Los hinchas de Aucas sufrieron durante el duelo ante Barcelona, pero tras el pitazo final soltaron el grito de "campeón", retenido por 77 años.

Y las matracas nunca más se callaron. Giraron con la misma velocidad que las lágrimas brotaban de los seguidores orientales y con la misma intensidad de los abrazos entre ellos, apenas sonó el pitazo final.

Los globos volaban, el papel picado llenaba el paisaje y los jugadores se volvían locos en la cancha, corriendo de un lado al otro. Había tanta emoción en todas las esquinas, que era imposible fijarse en una sola.

Pero, la escena era igual: algarabía en medio de un griterío de desahogo, y no solo por este partido, sino por 77 años de frustraciones que por fin terminaron.

Y estaban todos. Los ancianos haciendo un gran esfuerzo para mirar a los lejos cómo los jugadores dedicaban el título a cada una de las localidades, pero también los más pequeños, los que heredaron la pasión por el Aucas y para su fortuna esperaron poco para dar una vuelta olímpica.

Quizás por ello, la gran alegría estaba entre los mayores, entre quienes esperaron toda una vida por este día. Ellos, que durante el camino perdieron amigos y familiares y a quienes dedicaron esta estrella.

Y no eran pocos. Más de una veintena de carteles que adornaron los graderíos estaban dedicados a quienes partieron antes de la gran noche oriental.

Y digno de Aucas, ese momento de alegría intensa llegó solamente después de un sufrimiento de 90 minutos, porque la realidad marca que Aucas no jugó bien, inclusive estuvo lejos de su rendimiento habitual y rozó la desgracia cuando se decretó un tiro penal para Barcelona.

El corazón de muchos estuvo a prueba en ese momento, primero por la preocupación por todo lo que podía venirse. Y segundo, porque se llenó de felicidad al mirar cómo Hernán Galindez lo atajó.

Ese escenario, digno de la historia del equipo quiteño, hizo que la fiesta tenga un sabor más dulce, porque le dio el ingrediente de sufrimiento necesario. Aunque, esta vez sí tuvo el final feliz, aquel que añoraron desde que descendieron a segunda categoría y estuvieron cerca de desaparecer.

Ahora el Aucas es campeón, es el mejor equipo del país y le ha dado a su hinchada lo único que le pedía para, como coincidieron algunos, ahora sí poder morir en paz.