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¡Lucha libre con sabor criollo!
Se realiza en un ring de seis metros entrenan en Guayaquil. Es un hobbie que se ha hecho una pasión, donde gastan de su bolsillo para llevar un show bien armado al público.
Las miradas están sobre un ring de seis metros, pero en mente es como si estuviéramos escuchando los relatos de la famosísima WWE. Es la lucha libre en Guayaquil. Allí hay personas que tienen su profesión, pero que son luchadores por pasión, por ganas, por sacar el estrés... por la pura locura de divertirse.
En un espacio acondicionado en un local ubicado en las calles Gómez Rendón entre García Moreno y José de Antepara, hay personas que vuelan, se golpean, hacen llaves y se ‘sacan el aire’. Ellos son los peleadores del Consejo Ecuatoriano de Lucha Libre (CELL).
Aquí hay arquitectos, chefs, pintores, comerciantes. Pero al ingresar al camerino se transforman: son luchadores. Algunos usan máscaras, otros dan la cara y solo cambian de nombres: Tanger, Hammer, Kiwi, Payaso Rayan, Arkángel, El Vikingo, Celestial, Tyler Oxx y Flama.
Para ellos, en realidad es una forma de vivir. A un costado están sus familiares; sus hijos son sus principales fans. Cuando hay eventos, la entrada cuesta $ 3, pero aquí los peleadores gastan su dinero, para poder mostrar su arte.
- Mejor que ir a fiestas
Christian Miranda vive del arte, es creativo, dibujante, diagramador y un apasionado a la lucha libre, y también es el principal del CELL.
Cuenta que la lucha libre siempre fue su hobbie, que prefiere estar compartiendo con los luchadores que ir a fiestas. “Siempre me ha gustado este deporte, un tiempo fui luchador, pero luego vi la necesidad de organizarlos. Ahora buscamos desarrollar y promover esto que nos apasiona”, asegura.
Aquí hace de todo. “Soy directivo, entrenador, motivador y masajeo a los que se lesionan”, revela entre risas.
EXTRA estuvo en un entrenamiento, donde asisten los luchadores de élite y los que están comenzando a darse duro.
- Entre cocina y la Bahía
Tanger no es un apodo, es su nombre: Tanger Morán Bimbela. A él le gusta la lucha extrema, es campeón ligero y de parejas. Ahora tiene el cinturón de EFW de Quito (Ecuador Full Wrestling). En el ring es rudo, pero fuera de él se mueve como cocinero profesional y, además, trabaja en la Bahía de Guayaquil.
Está en este deporte desde hace 16 años. “Me crié viendo lucha libre por televisión y yo también quería hacerlo. Admiraba a Triple H, de la WWE (World Wrestling Entertainment)”, expresa el luchador, a quien le gusta volar en el ring.
Es chef y le gusta hacer comida rápida. Dice que su mamá, Teresa Bimbela, siempre lo apoya. Con lo que obtiene de su trabajo, gasta en lo que es su pasión. Ya sobre cómo se mueve en el ring, dice que nunca ha tenido miedo en lanzarse. “Con los años se pierde el miedo a volar, y lo que más me gusta es la reacción del público, que la gente disfrute al máximo”, expresa este luchador de 28 años.
- Arquitecto destructor
El destructor Hammer tiene dos formas de ver la vida. Federico Zúñiga Pesántez tiene 41 años y está en la lucha desde el 2008; en el ring todo lo quiere destruir, es un peligro a la hora de luchar, pero en la vida real es un arquitecto de profesión. “Es una manera de llevar alegría a la gente, una forma de desestresarme, esto es deporte y salud”, expresa Hammer, quien es campeón peso pesado.
Además de pelear, Zúñiga es actor y hace doblajes. Ha hecho televisión y ha estado en producciones nacionales como: ‘Tres familias’, La Tri’, ‘Combo Amarillo’ y otras.
Recuerda que una de las cosas más cómicas que le pasó fue en Manta, cuando en un evento le dijeron que se parecía al cantante puertorriqueño Chayanne.
Fuera del ring es el tipo más tranquilo, pero cuando está en acción se prenden sus locuras. Sonríe al decir que es un destructor en el ring. “Cuando es de luchar, me gusta desafiar a los rivales, los provoco y caliento el ambiente al máximo”, dice de sí mismo.
Nadie los conoce
Arkángel, un ‘personaje endemoniado’, usa una máscara y su identidad es el secreto mejor guardado de CELL. Él trabaja en el sector de la Bahía de Guayaquil, pero allá casi nadie sabe de su pasión por la lucha libre.
Entrenó con el famoso Yanqui, una leyenda en Ecuador. Pide para esta actividad más apoyo de la empresa privada y de las instituciones deportivas.
Celestial es otro de los luchadores. Nadie conoce su identidad real, dicen que antes vivía fuera del país y que cuando regresó lo hizo con una máscara. Se dedica al marketing y sueña con ver a la lucha como una actividad con muchos seguidores por todo el país.
“Antes luchaba en Estados Unidos, pero ahora estoy aquí para demostrar que tengo muchos poderes”, dice en voz alta.
Esta es la lucha libre criolla. Una actividad que se mueve por las ganas que le ponen un grupo de personas. Una pasión que trae a la realidad lo que se ve en la televisión. Cada personaje tiene historias diferentes y, al final, lo que hay es todo un show con sabor ecuatoriano.
- Savinovich apoya
EXTRA le consultó a un experto de la lucha, como Hugo Savinovich, exluchador y ahora comentarista en la Triple A, sobre la práctica de este deporte, y él muestra su total respaldo a estas iniciativas.
El ecuatoriano, radicado en Estados Unidos, dice que “los luchadores son personas distintas, tienen una vida privada y una vida en el ring. Solo me queda soñar con que algún día pueda narrar a un ecuatoriano en esta locura que es la lucha libre. Sé que en Ecuador es amateur, pero nunca dejen de soñar en grande”.
Agrega que “los luchadores son héroes en el ring y fuera de él, porque dan el esfuerzo de su trabajo para poder llevar hasta el ring el sueño de ser un personaje”.