Eso de ser mujer de un jugador no es tarea fácil. Si estás para andar faranduleando y piensas que eres más importante que él, estás equivocada.

Mi experiencia con ser la mujer de un crack ha sido muy trabajada, porque además de amarlo, me tocó cuidar su imagen; claro está que eso sirve solo si él se deja ayudar.

Hay detalles que realmente uno debe cuidar al máximo. No es que desde el inicio fue el chico bien vestido ni bien dirigido, hubo un proceso que duró muchos meses.

Pero todo comenzó en un diciembre, cuando le dieron una invitación para una cena o reunión de una revista deportiva muy reconocida.

Resulta que él me dijo que solo iba a una reunión, pensé que se trataba de eso. Pero resulta que era ‘la mamá de las reuniones’ y ‘el niño’ se fue con jean y una camiseta de concentración del equipo. Hasta ahí todo bien. ¿Y saben qué?Sucede que nunca había leído las letras pequeñas que decían “traje formal”.

A la otra semana fue elegido el peor vestido y la vergüenza fue para todos en casa. Ese día tomé la decisión de comenzar a leer revistas de cómo debía vestirse. Creo que me hice una experta.

Desde aquel día que pasó la peor ‘humillación’ del mundo, se decidió que antes de ir a cualquier reunión debíamos analizar cómo iba a vestir.

Hubo una pelea, no quería usar ternos, decía que ni para casarse se los había puesto. La verdad, fueron varios días de tratar de convencerlo. Al final entendió, comenzó a ir a todas las reuniones en terno o chaqueta, el mal rato de aquella vez le había servido.

Han pasado los años y ahora usa ternos la mayoría de los días, creo que exagera, pero se siente bien. Estoy orgullosa del trabajo que hice con mi amado futbolista.