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Voluntariado juvenil, una misión 'todoterreno'
Miembros de una fundación van donde la necesidad y la adversidad lo requieran. Ellos asistieron a familiares de los PPL durante la revuelta carcelaria
Son voluntarios de la fundación Fernove, cuyos miembros afirman que están para servir a tiempo y destiempo. Fernando Freire Noboa, de 18 años, lidera la organización junto a su madre, Martha Noboa.
Ambos, junto al grupo de 13 servidores, llegaron a las 21:00 al exterior de las cárceles de la urbe porteña para dar de comer al estómago y al corazón de los parientes de las personas privadas de la libertad. Les proveían comida física y espiritual.
“Hicimos todo en orden, pedimos los respectivos permisos a la Policía del Servicio Nacional de Atención Integral para Personas Adultas Privadas de Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI). Estuvimos cuando salía un bus con reclusos, fue desgarrador cómo se despedían de sus familiares, saltaban para poder verlos, otros decían sus nombres, fue doloroso”, cuenta Martha, quien se pone en el lugar de ellas, como madre.
También relata que algunos progenitores se acercaban a ellos para pedir información sobre el listado de fallecidos, querían saber si los suyos estaban en la nómina. “No teníamos ni idea. Otra madrecita se nos acercó para pedirnos información, ¿sabe dónde está mi hijo?, nos decía. Oramos por ella y por su vástago para que Dios lo cuide. Otra estaba agradecida con el Todopoderoso porque su hijo estaba vivo, eso nos alegró demasiado”, afirma Fernando.
En deslaves de Chunchi
Allí también estuvieron presentes. En cuatro días consiguieron víveres, bebidas, medicinas, vitaminas, sábanas, colchas, edredones y utensilios de cocina para entregarlos a los damnificados del deslave que afectó el poblado del cantón Chunchi, en Chimborazo.
Trece voluntarios se sumaron a esta obra solidaria, junto a un equipo que aplicó primeros auxilios. “Llegamos al centro de acopio, nos recibió el alcalde y nos facilitó un guía para llegar hasta las personas que perdieron todo”, sostiene Martha.
La generosidad se enciende
Ese fue otro punto en el cual mostraron su solidaridad: el incendio de la cartonera Procarsa, ubicada en el kilómetro 6.5, en la vía Durán-Tambo; el escenario de un flagelo que inició la noche del 2 de noviembre del año pasado y terminó de ser apagado 3 días después.
Arribaron hasta el lugar de la emergencia y escucharon que un bombero decía: “Tenemos hambre”. Se contactaron con el jefe del Cuerpo de Bomberos de Durán, el teniente coronel Carlos Montúfar, quien aprobó el ingreso y la ayuda de los voluntarios.
Se dieron cuenta de cuál era la necesidad y manos a la obra, empezaron a pedir contribuciones por redes sociales. Se sumaron fundaciones para colaborar con manos y donaciones, entre ellas Juventud solidaria, Karla Morales, Juventud en Acción y Nigeriano.com .com
Entre ellos se organizaron, unos se encargaron del almuerzo, otro de la cena. Cada uno ayudaba con lo que conseguía, también otro grupo se encargó de preparar los alimentos. También la empresa privada se hizo presente con comidas y bebidas. La Gobernación del Guayas les facilitó la movilización de los donativos. Fue un trabajo en equipo.
En total alimentaron a 600 bomberos de varios cantones, policías y personal de tránsito.
“Nos sorprendió ver que los miembros de la Casaca Roja se echaban encima las bebidas que les dábamos”, manifiesta Freire, quien revela que el tiempo que duró el incendio estuvieron presentes, es más fueron osados y se acercaban hasta el campo de acción para entregarles el agua y otros líquidos que les ayudaban en su hidratación.