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Gastronomía

De pequeñas vendían dulces de casa en casa. Sus vecinos eran los clientes fijos. .Instagram chokolat

Cristina e Irene Monge: Hermanas y socias pasteleras

Llevan la gastronomía en su ADN. El sueño de tener un emprendimiento se convirtió en una empresa, con la cual le dan trabajo a 60 personas

Crecieron alrededor de la cocina. Cristina (33) e Irene (32) Monge Ferreyros llevan la pasión por la pastelería en su ADN. Sus primeras maestras fueron su abuela Sara y su mamá, Andrea, una limeña amante de los buena gastronomía y, sobre todo, de los postres.

Desde niñas sabían a lo que se dedicarían. La evidencia es la foto que Irene guarda en su celular donde se la observa junto a su hermana, ambas pequeñitas, en la cocina de su hogar jugando con una batidora llena de merengue.

Con el apoyo de su mamá, empezaron a preparar y a vender dulces en el colegio. Eran los típicos negritos, pie de limón, entre otras delicias que ‘volaban’ de la charola. Luego el negocio se extendió entre los vecinos, repartiendo los pedidos casa por casa.

Esa vocación y amor por la repostería llevó a la mayor de las Monge hasta Argentina, donde estudió para convertirse en chef pastelera, mientras que la menor se especializaría en Educación de Párvulos y Gastronomía, se graduó en ambas al mismo tiempo.

Los estudios y el nacimiento de su bebé no fueron impedimento para que Irene siguiera con la preparación de los postres.

Sus dulces se hicieron tan famosos que la impulsaron a convertir su talento y el de su hermana en un emprendimiento que llevaba su nombre, Irene Monge.

Con todo lo aprendido en el exterior, Cristina se convirtió en la guía de ‘Ire’. Cargadas de experiencia, empezaron a soñar en grande.


"Fue el cumpleaños de mi hermano -22 de julio- que falleció hace poco -César Monge- él era amante del chocolate, y le hicimos una torta especial que disfrutó".

Recuerdan que el espacio donde preparaban sus productos les quedó chico. Tuvieron que demoler paredes para poder ampliar la cocina y comprar una estufa más grande, porque los pedidos crecían día a día.

Se iniciaron con una batidora que había comprado su mamá cuando se casó, un horno y ciertas cositas que adquirieron con lo que sacaron de las ventas y del sueldo chiquito que se pusieron.

Con el apoyo económico de sus padres, préstamos y algo de sus ahorros, estas jóvenes emprendedoras demostraron que sí se puede salir adelante y que los sueños siempre se hacen realidad. Ambas lograron cristalizar lo que luego de una década se convertiría en la empresa cuyo producto estrella es el chocolate ecuatoriano.

Primeros años

Las Monge se vieron obligadas a abandonar la cocina familiar para ir en busca de otro sitio ya que las demandas de dulces para caterings así se lo exigían. No había espacio para nada.

Cristina relata que los primeros años fueron una locura. A veces no dormían por cumplir con los pedidos que adornaban las mesas en las bodas, primeras comuniones, recepciones y todo tipo de eventos. Así entre alfajores, macarrones, tartaletas y todo tipo de bombones, el negocio fue creciendo. Su carta de presentación tiene una variedad de 249 dulces.

Mientras el emprendimiento se consolidaba y quedaba a cargo de Irene, Cristina viajaba para perfeccionar sus técnicas en repostería con talleres en Lima, París y una maestría en el País Vasco, en España. Conocimientos que también ha compartido con su personal, 60 en total.

Locales y pandemia

Actualmente el nombre de la empresa Chokolat está consolidado en el mercado local.

Tienen un taller de producción, al norte de Guayaquil, donde se percibe el dulce aroma del chocolate, las especias y los frutos secos, además de 5 tiendas-cafeterías que con sacrificio y los altibajos que acarreó la pandemia, han logrado mantener a flote, esto a pesar de que las entregas de dulces, de 25 mil a la semana bajaron a 3 mil debido a las restricciones. 

Las apps de delivery y las páginas webs fueron de gran ayuda. Su visión las llevó durante el encierro a pensar en nuevos productos, así introdujeron mininegritos, lenguas de gato y galletitas de vainilla, que las venden dentro de latas en pequeños markets. Su deseo es llegar a los grandes supermercados a nivel nacional, todo un reto que están decididas a lograr.

Con la reactivación, en las últimas semanas han retomado nuevamente su ritmo de entrega. “Estamos creciendo paso a paso. Uno de nuestros logros será tener una fábrica propia, bien estructurada”, dice Cristina mientras abre sus enormes ojos verdes.

Datos

¿Cuál es el dulce más vendido?

La florentina. Me dicen que son adictivas. Lo que las hace tan ricas es la combinación de la almendra con el caramelo y el chocolate blanco.

¿Un postre que quisieran hacer o replicar?

Siempre sacamos cosas nuevas, por ejemplo, uno de los últimos fue el cheesecake vasco, superrico y cremoso, ya lo vendemos. Hace tres meses sacamos el bosque de pistachos.

¿Un personaje al que le prepararían uno de sus dulces?

No es algo que tengo en mente. Lo que yo más disfruto es preparar postres con mis hijas y familia.

Receta para emprender

* Lo más importante es empezar. Poner las ideas claras en marcha y no esperar a que todo esté perfecto.

* Empezar con lo que se tiene a la mano y no limitarse.

* Hay que aprovechar las oportunidades.

* Conocer tus fortalezas y no tener miedo de pedir ayuda si no sabes nada de finanzas.

Más de ellas

*Ambas son guayaquileñas.

* Cristina estudió en el Instituto Argentino de Gastronomía y Administración Hotelera en Vatel. Hizo sus pasantías en el hotel Four Seasons de Buenos Aires.

*En París recibió cursos de pastelería en Le Notre y Bellouet Conseil. También hizo pasantías en el hotel Four Seasons de la ‘Ciudad Luz’.

*Terminó su formación con un máster en Pastelería de restaurante y cocina dulce en el Basque Culinary Center en España. Ella es quien dirige la parte de la cocina del emprendimiento Chokolat.

* Irene es la que empezó el emprendimiento vendiendo de puerta a puerta. También estudió Gastronomía. 

* Actualmente es la encargada de toda la parte administrativa del taller de producción.