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Buena Vida
Crónicas del cuarto rojo: Cuando una pareja tuvo intimidad con el sonido de las olas de Montañita
La historia de Ana y Diego se quedó en la playa de Montañita; ambos vieron sus cuerpos desnudos en la suave arena
Para todo hay una primera vez y esta fue la de Ana con un amante. En la suave arena de la playa, donde el sonido de la farra se escuchaba a lo lejos, se desarrollaba su encuentro lleno de deseo.
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Era una noche perfecta para disfrutar de la brisa del mar. Ana y Diego habían decidido escaparse a la playa de Montañita, donde podían perderse entre las dunas y las olas sin que nadie los molestara y descubriera.
Se tendieron en la arena con sus cuerpos desnudos. El calor hacía que la piel de Ana brillara con un resplandor dorado, logrando enloquecer a Diego.
Los infieles se miraron con una mezcla de deseo y complicidad, sabiendo que ese momento sería solo para ellos.
No eran los únicos allí, una pareja de extranjeros se devoraban a lo lejos.
Diego tomó a Ana en sus brazos y la llevó hacia el agua, donde las olas jugaban con sus cuerpos entrelazados. Allí, entre el sonido del mar y sus gemidos, se creó una sinfonía de placer que los envolvía por completo.
Se sumergieron un poco más, dejando que el agua los cubriera mientras se entregaban al deseo.
De vuelta en la playa, se tumbaron sobre una toalla en la arena, con la luz de la luna iluminando lentamente hacia el horizonte. La brisa acariciaba sus cuerpos húmedos, mientras sus manos continuaban explorando cada centímetro de piel con ansias insaciables.
Entre cada caricia, cada roce y cada beso se volvieron a fundir en un éxtasis de pasión que solo la playa y la arena pueden testificar. Pero lo que pasa en Montañita, se queda en Montañita.
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