Elena Tarco, de 48 años, no es pintora, pero maneja una diversa paleta de colores en su puesto de verduras, ubicado en el Mercado Municipal de José Mascote, en el centro de Guayaquil.

Su jornada laboral empieza a las 06:00, pero antes de iniciarla afirma que entrega su día a Dios, ora por sus ventas, el trabajo y por la seguridad del país.

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Asimismo, escucha predicaciones y sostiene que así se pone ‘pepa’ para ‘camellar’ y darle con todo. Su tarjeta de presentación es su sonrisa, la cual muestra con un poco de timidez, pero con gran naturalidad.

Empezó en el negocio con la comercialización de plantas medicinales, luego se inclinó por las verduras y legumbres.

En su local la ‘yapa’ va porque va, aunque en ocasiones se lanza un chistecito al respecto. “Ahora hacemos bromas por aquella vez en que la exalcaldesa promocionaba a los mercados e invitaba a la ciudadanía a comprar en estos sitios por la ‘yapa’. Como ya no está Cynthia Viteri, ya no hay ‘yapa’”, expresa entre risas la oriunda de Colta, provincia de Chimborazo, quien tiene tres décadas viviendo en el manso Guayas.

No solo la ‘yapa’ es uno de sus atractivos, también lo son los combos que ofrece: hay de granos para las sopas, que ‘ponen rosaditos’ a los anémicos; de verduras, indispensables para el refrito, entre otros, todos... 

De igual manera, Elena, cuando el caso lo amerite, da uno que otro consejito a sus compradores. Sí, asesora a los que están un poco perdidos en la cocina.

Por ejemplo, ella les pregunta: “¿Quiere hacer uno locro tipo serrano o costeño?”. Y según lo que desee el comprador, le da las recomendaciones. “Si veo que no entiende le aconsejo: ‘Métase a YouTube’, así es más rápido’. Y gano un cliente”, cuenta la comerciante, quien sostiene que tiene compradores fijos, aunque otros fallecieron en la pandemia. “Parece que se han ido al cielo, ahora solo viene la mitad”, expresa con pesar. Pero el Señor le trae nuevos compradores.

No solo vende verduras y legumbres, también las consume y las bondades de estos alimentos se le notan en su tersa piel y su cabello carente de canas. No se maquilla, pero eso sí, toma sus jugos verdes y come ensalada de beterava y zanahoria.

Su peinado impecable es una larga trenza y un pequeño copete, este último la hace lucir moderna. Sin embargo, la belleza de Elena radica en su generosidad, pues sus alimentos también los comparte con el pobre. De las bendiciones que Dios le da, ella las reparte al prójimo y eso la hace feliz. Por algo la Biblia dice: “El corazón alegre... hermosea el rostro”. 

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