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Jackson, un hombre se las arreglado para vivir con su pareja en el Cementerio General del Sur, en Caracas.AFP

Vivir entre los muertos, el drama de las familias que viven en un panteón caraqueño

El Cementerio General del Sur es morada de algunas familias que encontraron refugio en ese lugar. Algunos cuidan tumbas para ganarse la vida

Sus vecinos duermen eternamente y ellos conviven tranquilamente con otras personas desafortunadas que no tienen techo. Esta es la historia de varias familias instaladas en los panteones del Cementerio General del Sur (Caracas, Venezuela) ante la falta de una vivienda.

La agencia AFP visitó a Winifer y Jackson, una pareja joven que vive con su niña de cinco meses dentro del camposanto, famoso por albergar personajes históricos y por las profanaciones de tumbas.

"Prácticamente he vivido toda mi vida en el cementerio", cuenta esta adolescente con rostro de niña que no sabe leer ni escribir.

Ambos pasaron meses presos por robar un celular, viven en una estructura techada con láminas de zinc y cubierta por barras metálicas, semejante a una pequeña capilla. Duermen sobre lápidas de granito que tienen debajo a cuatro difuntos.

Profanaciones

Basta dar unos pasos para presenciar las secuelas del saqueo a este lugar, agravado en la última década. "En un día profanaron 22 tumbas", comenta un trabajador. No existen cifras oficiales, pero medios locales apuntan que más del 60 % del cementerio ha sido profanado.

La profanación del cementerio surgió por la "fiebre del oro", en la búsqueda frenética de joyas con las que enterraban a difuntos, según trabajadores.

Pero también se debe a la santería. Entre las osamentas se encuentran incluso evidencias de rituales realizados en el lugar: platos con maíz y algunos huevos en ofrenda y botellas de alcohol.

Mientras en otras tumban "sacan los muertos, roban hasta la cerámica", justifica Jackson, "uno está aquí y esto está seguro". "Uno le cuida las cosas".

Vigilantes de tumbas

Es domingo y la salsa y el reguetón suenan a todo volumen en la peligrosa barriada que bordea al cementerio. Ese día, Luis, de 41 años, quien vive en un espacio semejante al de Winifer y Jackson, que cubrió con cartón, espera más visitantes. Dice cuidar 37 tumbas, incluida la que ocupa con su familia.

Una joven madre y su hijo viven entre las tumbas.AFP

"Todas mis tumbas las tengo marcadas", explica. "Uno le cuida su tumba, se la mantiene barrida, lavaíta, limpiecita y los familiares los domingos se te presentan con dos o tres productos" de comida.

"Hay fines de semana buenos que he reunido hasta 20", celebra este hombre que perdió su casa hace dos años tras un aguacero.

Desempleado, busca en contenedores de basura comida, colchonetas, ollas y juguetes para su hijo. "Es mejor dormir aquí que en la calle", comenta Luis, que estuvo preso nueve años por vender droga.

Descontento

Sin embargo, algunas personas están molestas porque consideran que esas improvisadas residencias desacralizan las tumbas de sus seres queridos.

Una mujer llamada Maritza le reclama a Jackson al ver utensilios de cocina sobre la tumba de un sobrino muerto a manos de policías.