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Las túnicas y los sahumerios son los artículos religiosos más vendidos. Fátima y su familia se han dedicado por décadas a eso.CARLOS KLINGER

Los últimos 'detalles' antes de la Navidad: las compras de última hora y las celebraciones

En el ‘corazón’ de la ciudad, los ciudadanos encontraban de todo en cuanto a compras. Algunos no desaprovecharon la emoción y se fueron de ‘biela’ de una vez

De las compras de último minuto en el mismo día de la Nochebuena no se salva nadie. En el ‘corazón’ comercial de la ciudad de Guayaquil, la Bahía, las personas caminaban apresuradas en la mañana y tarde de ayer en búsqueda de los detallitos que faltaban en sus hogares: regalos para sus niños, alimentos para la cena y hasta decoraciones para el árbol y el típico pesebre.

Ronald Olipa tenía el plato principal y se los estaba dando en bandeja de plata a los compradores a tan solo 7 dólares. El caparazón de los cangrejos bien ‘papeaditos’ que él se encontraba vendiendo brillaba a la luz del sol. El hombre, parado en la intersección de la calle Ayacucho y Coronel, se quedaría hasta las 19:00 esperando vender toda su ‘merca’.

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Por otra parte, los que buscaban la ropita, de ley la encontraban en la calle Eloy Alfaro. Pero la túnica no era ni de niño ni de adulto, sino para la imagen de bebé que se ubica en los pesebres de los hogares representando el nacimiento de Jesús. Fátima Zerna, vendedora de todo tipo de objetos religiosos, dice ser la última generación de su familia que se dedica a ese negocio.

“Los colores que más han llevado han sido el blanco, rosado y dorado. Pero también han llegado clientes a pedir el color que les combine con su ropa: si todos se visten de blanco, el Niño también”, asegura.

Ronald Olipa era el ‘punto cangrejo’ en medio de la algarabía de la Bahía.
CARLOS KLINGER

Pero como para la ‘pípol’ no todo es dinero, Esperanza Consuegra, moradora del suburbio de la urbe porteña, no esperó hasta la noche para ‘pegarse’ su cerveza y celebrar. Ella, como desayuno, se compró un caldo de salchicha con el que le regalaron una lata de ‘biela’ y aprovechó para poner música en un parlante de su vivienda y disfrutar de la festividad.

Doña Esperanza no le dio ‘chance’ a la sed y se pegó su cerveza helada.CARLOS KLINGER

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