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Enrique dando indicaciones de cómo usar la balanza a sus usuarios. Quedan pocas personas dedicadas a esta actividad en el centro de la urbe porteña.Jimmy Negrete / Extra

¡Tres en uno contra la ‘chirez’!

Enrique Palma canta, cuida carros y alquila su vieja balanza. Es de los pocos que aún se dedican a pesar a los transeúntes, en el centro de Guayaquil.

Cuando a Enrique Palma le dicen que es “tres en uno”, como el famoso aceite multiusos, enseguida se pega una carcajada. Lo toma con humor. Sabe que es multifacético... Cuida carros, controlador de peso y cantante aficionado. ¡Todo un combo de ocupaciones!

El escenario donde se deja ver en todos sus ámbitos es la vereda de la calle Pedro Carbo, entre Sucre y 10 de Agosto, en el centro de Guayaquil. Allí se sienta en una silla, bajo un parasol que le regala algo de sombra ante el caluroso clima de las mañanas y tardes.

En frente, del lado de la calzada, tiene carros que cuida esperando que sus dueños le den unas monedas. Algunos son clientes fijos que laboran por esa zona.

Su mirada se turna. Apunta a los vehículos que le encargan cuidar, pero también se concentra en la ‘niña Carmelita’, una antigua balanza blanca que reposa en el suelo. Enrique intenta ‘picar’ a los transeúntes con la curiosidad de que averigüen su peso corporal parándose en el viejo aparato.

El emprendedor, de 70 años, es de las pocas personas que aún se dedican al negocio de alquilar balanzas en el centro de la ciudad. En la década del noventa e inicios del 2000, esta actividad era común en zonas como la avenida 9 de Octubre y los alrededores del parque Centenario.

“Las ‘niñas’ hasta tenían luces que brillaban para llamar la atención de la gente que pasaba caminando. Había unos que tenían tres porque a la gente sí le interesaba pesarse”, recuerda.

En cada artefacto se pesaban unas 20 personas. Ahora, cuenta Enrique, a su ‘niña Carmelita’ se suben dos y hay días en que nadie la usa. Por eso él decidió cuidar coches, que le resulta más rentable.

En su faceta de cuida carros.Jimmy Negrete / Extra

Mientras conversa, el septuagenario camina de izquierda a derecha y viceversa, para ojear los autos. Si alguien se marcha y llega otro ciudadano para ocupar ese espacio vacío, él se acerca rápidamente para ayudarle a estacionarse con indicaciones.

Quienes más le alegran las jornadas son los empleados de una dependencia pública aledaña. Ellos son un poco más generosos con el billetito, al punto de que él le suele dar algo de la ganancia a una señora que también cuida vehículos a una cuadra.

EL CANTO DEL SÁBADO

Enrique varía un poco su rutina los sábados. Lleva un parlante con un micrófono y tiene listas varias pistas musicales para cantar mientras hace sus labores. Sus interpretaciones son principalmente por las tardes.

Le gusta la música rocolera. Los temas de Segundo Rosero, Cecilio Alba, Chugo Tobar y demás artistas populares, forman parte de su repertorio artístico.

Ese es un pasatiempo que, con el paso de los años, lo ha ido incorporando a su vida laboral. En sus ratos libres no le hace el ‘feo’ a ningún ‘cachuelito’ que le salga en fiestas, bautizos o cumpleaños.

Hace poco tenía en el teléfono celular videos de sus presentaciones en eventos, pero lamenta que se le hayan borrado por equivocación. Sin embargo, cada agasajo en el que estuvo perdura en su memoria bohemia.

Los sábados canta y se gana monedas con sus interpretaciones.Jimmy Negrete / Extra

Su canto en la Pedro Carbo es netamente porque le apasiona hacerlo. Pero siempre aparece alguien que lo escucha y le regala unas monedas al paso. Si eso sucede, para él es el éxito.

Palma no se desespera en los días de bajas ganancias. Se goza la vida en una canción y con su balanza bajo el brazo. Tiene claro que siempre habrá un nuevo mañana en el que pueda salir adelante con su peculiar tres en uno.