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El sexy chofer de bus que desata pasiones en Guayaquil
Avenida Francisco de Orellana. La puerta del bus 1068 de la línea 117 se abre para recoger pasajeros y Joe Hermida, frente al volante, distrae con su ‘pinta’ de niño travieso a las usuarias, quienes pagan 30 centavos de dólar para movilizarse y suspirar por el ‘busetero sexy’, como es conocido este guayaquileño de 29 años en la red social TikTok.
Lo encontramos pegándose ‘al vuelo’ un almuerzo de $1,50 en la estación de la cooperativa Trans Guayas, en el suburbio de Guayaquil. Ahí lo describen como ‘camellador’, galán y soñador. No es tan alto, 1.65 metros de estatura, pero lo que le falta de tamaño le sobra en actitud y coquetería. Es un man de barrio que con su linda sonrisa y labia se gana el cariño de sus seguidores y pasajeros que viajan a diario de norte a sur.
A las 17:30 sube a la unidad para empezar el quinto y último recorrido del día que dura unas tres horas. Esta entrevista se realizó desde la puerta del bus, a 50 kilómetros por hora.
Joe estira la mano derecha para cobrar los 0,30 centavos del pasaje, sin perder la concentración frente al volante.
“No soy mucho de redes sociales y por curiosidad una vez descargué TikTok e hice un video sin camiseta y limpiando la cabina con una franela. Me fui a dormir y al despertar vi que tenía muchos mensajes. Me volví viral”, recuerda mientras mete uno de los seis cambios y acelera. Su fama en esta plataforma nació el 19 de enero de 2024.
Las chicas lo reconocen cuando abordan el bus, algunas se le van ‘de bola’, “sobre todo las estudiantes de la (Universidad) Estatal, me dicen ‘usted es el chico del video’, y se quieren sentar adelante (risas)”, asegura.
De a poco, los usuarios del transporte público suben escapando del torrencial aguacero que cayó la tarde del martes 20 de febrero. Las señoras, al verlo, le sonreían en medio del apuro por encontrar el mejor asiento entre los 60 que hay en la unidad. Pero Joe aclara que el puesto junto al conductor “está reservado solo para las elegidas (ríe)”.
Al preguntarle si su acelerado corazón tiene dueña, en su rostro se dibuja una mueca pícara, “ahorita no, son muchas las que quieren ser elegidas, pero todavía no elijo a ninguna”.
Antes, quien lo frenaba ‘a raya’ era la madre de su hija Valentina, de 2 años y medio, pero se separaron en 2021. Eso sí, jura que cumple con la pensión de alimentos, “soy busetero sexy y responsable”.
Él se desmarca de otros colegas del volante que son mujeriegos o ‘cachudos’, que ponen el mal ejemplo, “pero gracias a Dios todavía no caigo en ese vicio”, dice. Irónicamente, sobre su cabeza, en la cabina del bus, resalta un sticker con la frase ‘zona de infieles’. Y él inmediatamente se defiende: “eso lo pegó otro chofer que había aquí”.
Entre las tantas anécdotas que acumula en los 7 años que lleva como conductor de buses, Joe recuerda que una vez una señora se confundió de línea y se quedó dormida en un rincón de la unidad. Nadie se percató de su presencia. “Llevé la unidad a mi casa, en la Alborada, y ella se despertó asustada, no sabía dónde estaba. Quería ir a la Perimetral, entonces llamé a un amigo, le pagué la carrera y se la llevó”.
Por motivos de seguridad, Joe procura que carameleros desconocidos no ingresen al bus. “A algunos ya los conocemos porque los vemos a diario, pero los que aparecen uno o dos días, esos andan robando y muchas veces los pasajeros creen que somos cómplices, pero la mayoría saben que yo no ando en esas cosas”.
Con franqueza añade que “si el ladrón está robando con palabras (amenazando) sí intervengo, pero si tienen algún arma, me toca quedarme frío”.
Por eso, ‘por si las moscas’, guarda un matachancho de 30 centímetros -lo muestra ‘en corto’. Espera nunca usarlo, “solo en caso de emergencia”.
Mantiene el diálogo con EXTRA, sin distraerse. Se considera responsable para manejar. “Siempre estoy concentrado porque llevo vidas, una mala maniobra puede afectar a alguien que vaya sentado. Una vez me fallaron los frenos y, por esquivar a un auto, me choqué contra un bus”.
Admite que “antes era muy loco”, se vacilaba a quien le diera chance, pero todo cambió desde que nació su nena. “Cuando tuve a mi hija cambié un poco la mentalidad, Diosito me mandó una niña y ando más tranquilito para no tener que pagar las cosas que hice (risas)”.
La unidad que conduce es propiedad de su mamá, quien se lo encargó para que no pasara vago. Su sueño siempre fue ser periodista, estudió solo seis semestres en un instituto de televisión, pero se retiró porque se hizo de compromiso.
Cuida su figura. Va al gimnasio para verse siempre ‘tuco’, como en las fotos que acompañan esta nota, porque no quiere tener barriga cervecera como sus ‘panas’ del volante.
Sin ‘pelos en la lengua’, indica que de vez en cuando se ve obligado a darle una ‘quinita’ a los agentes de tránsito cuando se queda a esperar pasajeros en sectores como la Bahía. “Eso es normal aquí, nos guste o no, es un secreto a voces. Son como cuotas que cobran por dejar trabajar tranquilos. Esa sí es la vacuna”.
40 ‘latas’ por una videollamada
Afirma que hombres y mujeres le mandan fotos íntimas y hasta transferencias, todo por Internet. “Una vez, una señora como de 58 años me dijo: “Hola, guapo, dame tu número de cuenta, yo pensé que era una estafa o broma. Conversamos y me dijo que era para regalarme algo y me transfirió 40 dólares a cambio de una videollamada (nada sexual) para saludarme y duró 3 minutos”.
En TikTok está como @elchicodela117 y reflexiona sobre su fama, al igual que quienes viajan con él, es pasajera. “Mientras esto dure, le sacaré algo productivo y positivo. Tratar de hacer lo mejor posible con esta fama”.
Antes de acabar el recorrido, Joe advierte que recibe ‘carpetas’ de chicas o ‘chiques’ (lenguaje con perspectiva de género), “aunque soy medio complicadito para la selección, lo que venga, ahorita estoy abierto para todo mundo (carcajadas)”.
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