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Miembros de funerarias y personal médico se administran vitaminas para mejorar su sistema inmunológico.René Fraga

¡Ya no resisten en un hospital de la capital!

Un médico de la casa de salud contó que tiene compañeros contagiados, que no hay espacio para pacientes, y que cada día fallecen hasta 12 infectados.

Germán (nombre protegido) es un médico que ya no aguanta más la situación que atraviesa el Hospital Pablo Arturo Suárez, en el norte de Quito, por la propagación del coronavirus en la ciudad.

Él trabaja en un área donde no atienden a los pacientes con COVID-19, pero confesó que en ocasiones ha ayudado a personas que estuvieron a punto de morir a ser estabilizadas con un tanque de oxígeno.

Juan Carlos Zevallos, ministro de Salud, indicó que ya no existen espacios en las unidades de cuidados intensivos de la capital. Añadió que las personas que están a la espera de un lugar son atendidas en las áreas que se adaptaron en algunas casas de salud como el caso del Pablo Arturo Suárez.

La mañana del miércoles, un hombre, de 67 años, murió en un taxi antes de llegar al Hospital Pablo Arturo Suárez.

Sin embargo, Germán discrepa con el funcionario porque, según él, los ciudadanos mueren en las afueras del centro, ya que no logran ser atendidos. “A diario salen de 8 a 12 muertos por el virus”, enfatizó.

Además, el hecho de ser un profesional de la salud no le facilitó a Germán conseguir un espacio en un centro hospitalario y llevar a la tía de su esposa, quien falleció el fin de semana pasado.

Según el galeno, la adulta mayor era asegurada, pero no la recibieron en el Carlos Andrade Marín por falta de espacio. Luego la llevaron a una clínica de Carcelén, pero tampoco la atendieron. Germán se contactó con el director del Pablo Arturo Suárez y también le habrían negado la entrada. Como último recurso llamó al gerente del Hospital San Francisco de Quito y le dijeron que podía ser atendida ahí, pero la mujer falleció en la entrada del lugar.

Por si fuera poco, la ambulancia particular en la que llevaron a la señora les cobró 600 dólares por el alquiler. “Es una impotencia ver que nosotros no tenemos influencia como personal sanitario”, concluyó.

Germán también tiene miedo de contagiarse dentro del hospital. Varios de sus compañeros están infectados. La tarde del miércoles fue ingresada a cuidados intensivos la especialista que está a cargo del laboratorio que recoge las muestras. “Entró entubada, con un pronóstico reservado”, concluyó. Los encargados de esta área manipulan más de 12 pruebas diarias.

Afuera continúa el drama

En los exteriores del centro, la mañana de ayer, Aurora Simbaña lloraba la partida de su esposo, quien entró en estado crítico la noche del lunes anterior. El hombre tenía 52 años y padecía de diabetes.

Al día siguiente, el paciente se contactó con su esposa y le contó que le pusieron oxígeno. Horas más tarde, un médico se contactó con Aurora y le dijo que su esposo debería ser sedado por tres días para que los pulmones soportaran el tratamiento que le iban a hacer. Sin embargo, el señor no aguantó y falleció.

La mujer esperaba que le entregaran el cuerpo para inhumarlo porque no quieren cremarlo. “Mi esposo era taxista. Creemos que se contagió en alguna carrera”, indicó.

Aurora Simbaña espera afuera del hospital el cuerpo de su esposo.René Fraga

Frente al hospital existe una funeraria. En el lugar, un enfermero, Diego León, administra vitaminas mediante un suero al personal de salud y a los empleados de la casa fúnebre.

"Tengo miedo de llevar a personas contagiadas e infectarme. Mi familia está preocupada”.Gustavo Sárate. Taxista

El objetivo, según él, es que las personas que están en constante contacto con pacientes infectados tengan su sistema inmunológico elevado para que cuando adquieran el virus no les afecte demasiado.

Este Diario consultó con el área de comunicación y envió varias solicitudes de información al Ministerio de Salud para recibir datos de cómo está la situación dentro del hospital, pero hasta el cierre de esta edición no se obtuvo respuesta.

Los vecinos piden más fumigación

Henry Ponce tiene una panadería frente al lugar donde el pasado miércoles falleció un adulto mayor dentro de un taxi. El morador pide a las autoridades que desinfecten la zona con más frecuencia. 

“Las personas aquí todavía no entienden la magnitud del problema”, dijo.  Por eso, Henry limpia todas las mañanas la vereda de su local para evitar un posible contagio.