Un caso digno de la ‘Tremenda Corte’ de Tres Patines se llevó a cabo en la Unidad de Flagrancia del norte de Quito por un delito de receptación de cosas robadas. Los tres implicados, oriundos de Guayaquil, fueron liberados sin dilaciones en un proceso en el que se llegó a hablar de un asesinato que no pudo confirmarse.

La historia comenzó en el Puerto Principal, cuando Marco Villamar alquiló un vehículo la semana pasada y dejó de contestar las llamadas de quienes le alquilaron el auto.

Al notar que algo raro sucedía, el dueño del carro acudió a la empresa de rastreo satelital, que le confirmó que el automotor estaba en el norte de Quito, en Calderón. El propietario habló con la Policía, que encontró el predio donde estaba el carro, y les informó que el tipo que lo rentó podría haber sido asesinado.

Los agentes armaron un operativo, recuperaron el auto y capturaron en ese predio a Franklin Echeverría, Joseph Sauhing y Rolando Chévez, todos con antecedentes penales. Cordero ha sido aprehendido por tenencia y abuso de armas, mientras que Chévez Murillo y Sauhing Rosado fueron procesados anteriormente por tráfico de drogas.

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En la audiencia, Sauhing afirmó que él arrendó el predio donde lo detuvieron con sus dos amigos en Zabala (Calderón). Echeverría acotó que conocía a Villamar, quien supuestamente sería taxista, y que él les había prestado el carro alquilado el 26 de septiembre.

Chévez se defendió diciendo que había viajado desde Guayaquil con ambos sujetos a Quito el 29 de septiembre porque quería conocer Quito, pero ninguno de ellos pudo dar razón del paradero de Villamar, quien no fue hallado ni muerto ni vivo hasta el final de la audiencia.

El fiscal que conoció del caso encontró fallas durante todo el proceso. El primer problema fue que en la denuncia presentada por el dueño del carro robado no se detalló si realmente era el propietario.

El segundo inconveniente fue que, durante la detención de los tres hombres, ninguno opuso resistencia, y el dueño del predio brindó todas las facilidades.

Sin embargo, el último error favoreció a los procesados: los agentes no presentaron un parte o una autopsia que confirmara el asesinato de Villamar.

“Ustedes (los tres detenidos) en este momento se salvan porque la Policía hizo tan mal el operativo que no se sabe cómo fue el asesinato. Si ustedes son los culpables (del crimen), tendrán que pagar, pero hasta el momento no hay nada que me acredite que hubo un muerto”, concluyó el fiscal.

Así quedaron libres Echeverría, Sauhing y Chévez, en un caso del que posiblemente no se sabrá qué pasó con el supuesto taxista que les prestó el carro.