El estado de salud del exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas ha generado gran preocupación, según un reciente informe del comité que lucha por su liberación. El 3 de septiembre de 2024, el grupo denunció que Glas está recibiendo una cantidad alarmante de medicamentos en la prisión de máxima seguridad La Roca, con un total superior a las 40 pastillas diarias.

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El pronunciamiento del comité, respaldado por más de 30 personas, revela que entre los medicamentos administrados a Glas se incluyen psicofármacos, analgésicos y medicamentos para problemas gastrointestinales, entre otros. El médico Alejandro Barreto, quien ha estado atendiendo a Glas desde 2022, explicó en rueda de prensa que la combinación de psicofármacos como Quetiapina, Amitriptilina y Alprazolam, junto con analgésicos opioides como el Tramadol, sugiere un tratamiento inadecuado para sus condiciones de salud mental y física.

El comité califica esta situación como una grave violación de los derechos humanos, destacando que ha llevado a Glas a una depresión profunda y a un riesgo elevado de intentos de suicidio. 

En una audiencia de habeas corpus celebrada el 23 de agosto de 2024 en la Corte Provincial de Guayas, Glas describió su sufrimiento en prisión, señalando la falta de atención adecuada a su salud y comparando su situación con la de Julian Assange, mencionando que los ansiolíticos que recibe le hacen sentir como "drogado todo el día y toda la noche".

Glas también ha afirmado haber tomado más de 60 pastillas con la intención de suicidarse, una alegación que se relaciona con su angustia constante. En respuesta, el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad (SNAI) indicó que desde su ingreso a prisión tras ser trasladado de la Embajada de México, Glas ha recibido 79 atenciones médicas en diversas especialidades, incluyendo medicina general, psiquiatría y otras.

El debate sobre la administración de medicamentos a Glas pone en relieve preocupaciones sobre la correcta gestión de su salud en un entorno de alta seguridad y la necesidad urgente de revisar su tratamiento y condiciones de encarcelamiento.

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