Exclusivo
Actualidad
¡El Picasso de la chatarra vive en Quito!
Se quedó sin trabajo y creó cuatro indígenas de metal. Desde esa ocasión dedica su tiempo a la elaboración de esculturas con material reciclado.
Fernando Moreno no estudió en una universidad de Bellas Artes ni tiene equipos sofisticados para hacer una escultura. Él utiliza la chatarra para crear obras maestras.
Pernos, latas, tanques de gasolina, candados, alicates, rulimanes, todo lo que esté compuesto por hierro le sirve como lienzo para plasmar sus ideas. Su galería funciona permanentemente en la terraza del centro comercial Quitus, en el centro norte de la capital. Ahí exhibe sus mejores creaciones.
Caballos elaborados con piezas de bicicleta, pinturas de famosos representadas con latas y figuras en miniatura compuestas por tuercas y tornillos son parte de su imaginación.
Entre todas estas esculturas de chatarra sobresale un Cristo crucificado que tiene una pileta en la base. Esta obra, que mide más de dos metros, fue creada por Moreno para rendir homenaje a su padre y a su hermano, quienes fallecieron en abril de este año producto de la pandemia del coronavirus. El artista se demoró menos de dos semanas y lo elaboró con pedazos de palas, picos y utensilios de cocina.
Intentó construir unos altares a los costados del Cristo para colocar las cenizas de sus familiares, pero sus otros hermanos le impidieron. Todavía no le ha puesto precio a esta obra porque para él es muy personal; sin embargo, sí piensa subastarla para no tener recuerdos de ellos.
Amor al arte
El viaje por el mundo artístico de la chatarra se inició en el 2000 cuando su hermano y él se quedaron sin trabajo. En ese tiempo pasaban horas en el taller de su padre, quien era cerrajero. Ahí tuvieron la iniciativa de crear figuras con el material que sobraba.
Las primeras que elaboraron fueron cuatro indígenas con latas y restos de partes mecánicas. Fueron al parque de El Ejido a venderlas y en menos de una hora lo hicieron. Les dieron 80 dólares por todas las piezas.
Desde ese día, ambos se propusieron dedicarse al arte con chatarra. Y les fue bien.
Viajaron a Europa para exponer sus creaciones en galerías reconocidas y armaban nuevas esculturas frente a los habitantes del Viejo Continente. En el país han realizado exposiciones en la Alianza Francesa, en hoteles reconocidos y en eventos particulares.
Édison Leiva pasaba por la galería y le interesó la cabeza de un caballo hecho con retazos de carros. Se sorprendió la forma en la que estaba creada. “Este hombre tiene una gran destreza para crear. Estoy asombrado”, dijo.
El comprador se comprometió ir en los próximos días para adquirir esa pieza y añadió que a personas como Moreno las autoridades deben apoyarlas para masificar sus creaciones.
El carro del diablo
Una de sus creaciones interminables y más queridas es la ‘tuneada’ de su vehículo, una camioneta roja, una cabina, Chevrolet Luv, 1977.
Este vehículo le compró a su tío cuando empezó su rumbo por el arte con fierros. Ahí llevaba sus primeras obras para exhibirlas. Como le acompañaba a todo lado, decidió darle unos ‘toquecitos’ a su estilo.
Le colocó dragones, calaveras, ataúdes, demonios, cuernos de ganado, juguetes de sus hijos y más demonios...
Este carro es el centro de atención cuando circula por la ciudad. Las mujeres se detienen al verlo y, en ocasiones, Moreno tiene inconvenientes con su esposa. “Cuando las chicas se paran frente a la camioneta les digo que van a quedar como una de mis calaveras si no se mueven”, comentó con gracia.
El objetivo de este artesano empírico es dictar clases a jóvenes para que alguno de ellos siga sus pasos y releve el puesto al Picasso de la chatarra.