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Mujer con un tumor tiene miedo de morir
María Ulcuango no puede comer y ni siquiera tiene dinero para pagar sus medicamentos. Para colmo de males, tiene diabetes e hipertensión.
La esperanza es lo último que se pierde. Y María Ulcuango, de 76 años, lo sabe. Por eso se aferra más que nunca a la vida, aún después de saber que esta de a poco se extingue a causa de un tumor que tiene en el estómago.
En la soledad de su habitación -de no más de ocho metros cuadrados-, junto a su eterna compañera, Nena -una perra mestiza, recogida de la calle-, soporta en silencio los dolores y malestares, producto de la enfermedad.
Hace tres meses, aparecieron los primeros síntomas. Inicialmente sospechaba de una indigestión, pero con el paso del tiempo su salud se deterioró. Los vómitos involuntarios eran frecuentes, así como la dificultad para hacer sus necesidades biológicas.
Siempre decía: “Ya me ha de pasar”. Tomaba agua de hierbas medicinales y con eso se calmaba un poco. Después, el dolor era peor. “Perdí poco a poco el apetito, pero todavía avanzaba a comer”, cuenta la adulta mayor.
Desde el segundo mes, comer también se volvió una imposibilidad. “La comida, por más que mastique, no me pasa. Sí tomo una sopita, pero me aguanta un ratito en el estómago y después devuelvo todo. Cada día estoy más débil. Ya me da miedo comer”. Pero además de eso cuenta que también padece de diabetes e hipertensión y tampoco tiene medicina para eso.
SACA FUERZAS PARA VIVIR
En el barrio Bellavista, norte de Quito, doña Mary -así la llaman los vecinos- siempre fue reconocida por el trabajo de barrendera, así como por el reciclaje de botellas de plástico que realizaba en la zona y en el Parque Metropolitano del Norte. A pesar de la enfermedad que tiene, continúa trabajando en la recolección, pero solo obtiene seis dólares al día, en el mejor de los casos.
“No me alcanza para vivir, ni para las medicinas de la diabetes y peor para hacerme la biopsia. No sé si el tumor es bueno o malo. Sin eso no me dan tratamiento y solo sigo aguantando los dolores”.
Mientras se toca el abdomen, comenta que está sola en el mundo, que perdió hace un mes a su único hermano. “Murió de cáncer de próstata”. Más tristeza.
También dice que la vida la ha golpeado mucho desde que nació. “Mi mamá era alcohólica y me regaló a los cinco años”, menciona entre sollozos. Le duele recordar, pero más le duele vivir con esa masa dura en su cuerpo.
“Tengo miedo a morir, a padecer el dolor. Ya no soporto esto. Todas las noches le pido a Dios que me ayude, que me quite estos dolores, que me dé una segunda oportunidad para valerme por mí misma. Espero que no sea nada grave”.
María es madre soltera y tiene un hijo alcohólico de 50 años. No viven juntos porque hace unos años, él supuestamente la golpeó, la Policía intervino y lo desalojó del lugar. Ella cuenta que en esporádicas ocasiones llega a visitarla, pero no representa ningún apoyo, ni económico, mucho menos emocional.
“Cuando él viene, en lugar de darme ánimo me deja peor. Sabe decirme: “Ya has de tener cáncer, por eso no puedes comer. Me hace sentir peor, me decaigo más. No he sido una mala persona, ni mala madre. No sé por qué mi Dios me pone estas pruebas”, concluye con dolor .
Ayuda
Si usted está interesado en hacer alguna donación o brindar ayuda, por favor comuníquese al 098 7420 633/ 095 8862 333.
Manos que dan...
Los vecinos de María se organizaron para ayudarla. Mientras unos le proveen de las tres comidas al día, otros realizan colectas para comprar medicinas -no muy costosas-, que puedan mitigar el dolor que siente.