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Mientras narra su sufrimiento por la muerte de su niña, Amalia abraza fuertemente a otra de sus pequeñas.AMELIA ANDRADE

¡Guarda la esperanza de que no sea su hija!

Cree que la niña continúa extraviada y que el cadáver corresponde a otra persona. El día de la desaparición, su pareja amenazó con asesinarla.

Amalia aún alberga la esperanza de que el cadáver encontrado, el pasado 10 de junio, en un ramal del río Guayas, de la cooperativa Batalla de Tarqui, en el Guasmo sur de Guayaquil, no sea su hija.

La mujer, de 28 años, no asimila que su niña está muerta y cree que continúa extraviada y que pronto regresará a casa sana y salva.

“Ya son 17 días en que está desaparecida, sueño que mi niña está viva. Cuando entro a la casa la veo jugando con sus hermanos. Pienso que va a regresar, por eso estuve de acuerdo con todo el análisis al cuerpo porque no quiero sepultar un cadáver equivocado”, relató la señora, mientras abrazaba a otra de sus niñas.

Amalia solo espera que en caso de que el cuerpo, que aún permanece en el Laboratorio de Criminalística de la ciudad por los resultados de una prueba de ADN (huella genética), sea el de su pequeña, la justicia recaiga en contra del culpable de haberle arrebatado la vida.

La pareja sentimental de la mujer y padre de sus dos hijos menores es el principal sospechosos de la desaparición y muerte de la infante.

“No puedo juzgar y acusar al padre de mis hijos, pero si él lo hizo que las investigaciones sean las que determinen su culpabilidad. Él, al principio, era un buen hombre, después comenzó a comportarse un poco mal”, reveló la dolida mujer.

La joven madre, oriunda de Esmeraldas, y el sospechoso se conocieron hace seis años en la ‘provincia verde’. En aquel entonces ella tenía cuatro hijos de una anterior relación.

Amalia contó a este Diario que el día en que desapareció la niña, el pasado 31 de mayo, su pareja la amenazó de muerte. “Me dijo que si se enteraba que andaba con otro hombre me mataba y luego él se mataba, ese día tenía un cuchillo en su mano”, recordó la progenitora.

En la denuncia que el pasado 2 de junio Amalia colocó en la Fiscalía del Guayas indica que en una ocasión discutió con su pareja, porque él le había pegado a su hija (la desaparecida). “Era una persona agresiva cuando estaba tomando y consumía droga, incluso solía vender mis cosas para consumir”, detalla en el documento.

Temor

La progenitora contó que le preocupaba que sus hijos se contagiaran de COVID-19, pero jamás imaginó que otra persona le arrebataría a uno de sus pequeños.

Coincidencia

‘Predijo’ que aparecería en el Salado

En la versión que dio a la Fiscalía el padrastro de la niña, detenido el pasado 1 de junio tras su desaparición, menciona que el día en que su hijastra se ‘esfumó’ él estaba con un vecino arreglando una malla para pescar y que luego se tomó unos tragos, mientras que la niña jugaba con sus hermanitos.

El cadáver fue encontrado el pasado 10 de junio en un ramal del estero Salado.Cortesía

“Al día siguiente me levanto con la noticia de que la niña no aparecía, me preocupé, porque la crié como una hija”, menciona.

También indica que al no aparecer pensó que se había metido a bañarse a escondidas en el estero Salado, “existe la posibilidad de que la pequeña se haya ido a bañar al estero y de pronto se haya ahogado”, manifiesta el sospechoso.

Ocho días después de esta versión sus hermanitos la encontraron en un ramal del Salado, mientras cazaban iguanas.