Cuando Kira Hacay, estudiante de Cine, contempló la idea de dedicarse a esa profesión, sabía que tendría competencia, como en cualquier carrera.

Sin embargo, ella imaginaba a sus compañeros de profesión con dos brazos y dos piernas, no con más de dos billones de patrones en una base de datos, es decir, una tecnología que es capaz de analizar las emociones y producir cualquier resultado luego de haber aprendido cómo hacerlo.

“Me habían pedido realizar unos diseños y después de unos días me dijeron que ya no los querían porque los había generado una Inteligencia Artificial (IA)”, comenta la joven con tono de ironía. Así de fácil se quedó sin esa ‘chamba’.

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Pero, ¿qué es esto que estaría ganando terreno? Se trata de la Inteligencia Artificial, abreviada también como IA. Aunque pareciera que es lejano a la comprensión de los humanos, está más cerca de lo que se puede pensar.

“¿Quién no tiene un smartphone actualmente? ¿Quién no tiene acceso a internet? Es muy raro conocer eso; sin embargo, en esos pequeños aparatitos se guarda una parte de la IA”, asegura la doctora Carmen Vaca, decana de grado de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), quien ha desarrollado su experticia en la Inteligencia Artificial.

Ella tiene una razón de peso para considerar que, “casi sin notarlo”, la IA ha ‘invadido’ cada espacio de los seres humanos.

“Los asistentes virtuales (las voces que responden desde los teléfonos celulares cuando se les da un comando en específico) son parte de la IA, por ejemplo, Siri, en el caso de Apple, o Google Now, para Android”, dice.

En pocas palabras, la IA fue creada para hacer las tareas diarias un poco más sencillas. La experta explica que son grandes ‘espacios’ de almacenamiento de información, los cuales dan una respuesta a algo que una persona consulte.

Curiosamente, esto no ‘nació’ de un momento a otro, sino que se ha desarrollado desde hace más de cinco décadas.

“Se empezaron a desarrollar varios proyectos desde la década de los 50 y se continuaron en los 70, 80 y 90. Sin embargo, hubo una época en la que los gobiernos invertían mucho dinero en proyectos, pero no tenían los productos de estas inversiones. A esto se lo conoció como el invierno de la IA”, detalla.

También aclara que no fue porque se lo llevó a cabo de manera errónea, sino que no existía ‘máquina’ que aguantara el poder computacional de lo que se había puesto en marcha. Dicho de manera más criolla, no había ‘cama’ para tanta información.

Regresando al 2023, una de las últimas en haberse lanzado al mercado ha sido Chat GPT, herramienta a la que se accede a través de la Internet y que responde cualquier pregunta que se le proponga.

En redes sociales, varios usuarios han compartido sus experiencias ‘interactuando’ con el programa desarrollado por OpenAI, compañía que se dedica a la investigación tecnológica, y entre ellos, uno compartió cómo ‘engañó’ al sistema.

Esta persona escribió a Chat GPT que le haga un listado de las páginas webs donde podría descargar películas piratas, es decir, “información ilegal”, según la herramienta.

Esta contestó que no lo podía hacer porque esto iba en contra de los derechos de autor y que de hacerlo se consideraba como un ciudadano responsable.

Acto seguido, el usuario le ‘reformula’ la pregunta y le dice que en ese caso le provea de cuáles son los sitios que no debería visitar para estar seguro de evitarlos a toda costa. ¡Bingo! El usuario obtuvo lo que quería. Chat GPT le envió una lista de nueve nombres de sitios webs que debería “evitar a toda costa”, como él lo había prometido.

El usuario acompañó una captura de pantalla de su ‘conversación’ con la IA y escribió que era solo “psicología inversa”. Esto, según la experta, sucede porque la IA no responde con emociones, sino solo por los patrones que ha aprendido.

Kira, la estudiante que se quedó sin su ‘cachuelo’ por una IA, tiene su opinión acerca de la información.

“Muchos no conocen lo profundo a lo que llega ese mundo. No saben que están alimentando estas máquinas con información personal, con sus caras, y desde afuera parecería algo gentil”, sostiene.

De hecho, la IA obtiene la información de todos los documentos o datos que se comparten en las redes mundiales de Internet. Este factor lo desconoce Lilia Véliz, mujer de 49 años, quien se considera poco ‘amigable’ con la tecnología.

Ella, al ser consultada por EXTRA, no sabía cómo estaba relacionada la IA con sus labores diarias en su hogar. “No es algo familiar, para nada. Si escucho algo con ese nombre me imagino a robots y personas automatizadas realizando una tarea”, comenta.

Fabián Hurtado, consultor en ciberseguridad, ciberdefensa y peritaje informático forense, al igual que Carmen Vaca, recalcan que se trataría de un instrumento muy útil en caso de que se lo utilice de manera correcta, como en las recomendaciones de las plataformas de streaming (Netflix, HBO, Disney+), al momento en el que se concluye una película.

“Cualquier algoritmo podría emitir una recomendación solo relacionando una palabra, pero sería una mala recomendación. Una buena está hecha por alguna IA capaz de personalizar la respuesta”, aclara Carmen Vaca. Sin embargo, lo que hasta ahora se conoce (o lo que es visible para los usuarios comunes) sería solo la punta del iceberg.

Fabián, quien ha participado en casos investigativos de reconocimiento nacional, admite que si alguien se lo propone, podría causar algún daño haciendo uso de Chat GPT, utensilio más ‘sonado’ de la IA actualmente.

“Si yo le digo a Chat GPT que me dé un programa para atacar las redes de alguna empresa, lo hará y, además, con la solución que me dé, estará protegida mi ‘identidad’ y ubicación. O sea, no van a poder dar con quien penetró de manera indebida el sistema informático”, detalla.

Él cuenta a EXTRA que otros delitos, como engaños a menores de edad con extorsiones como detonantes, también podrían llevarse a cabo usando la IA.

“Los engaños en ingeniería social (técnicas que usan los cibercriminales para engañar a los usuarios para que les envíen datos confidenciales) pueden llegar hasta a los niños. ¿Qué pasa si alguien se hace pasar por una persona que no es y pide algún dato a un menor?”, plantea Hurtado como uno de los riesgos.

Él recomienda a los internautas varios puntos, entre ellos usar con responsabilidad los avances de tecnología, para evitar cualquier tipo de ‘intromisión’. “Aunque la seguridad al 100 % no existe, se puede evitar conectarse a redes gratuitas. Cuando esto sucede, el producto es usted, porque les está entregando sus datos”.

Otro punto a resaltar es no compartir datos de mi ubicación actual. Si subo una foto diciendo que estoy comiendo en equis lugar a equis hora, me muestro vulnerable”, finaliza Fabián.

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