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Sauces 6 quedó inundada luego de un fuerte aguacero en Guayaquil.Freddy Rodriguez

Guayaquil: Sauces 6 se convirtió en una 'piscina'

Algunos moradores del sector expresaron que esta temporada de lluvias ha sido una de las más crudas en muchos años. 

No sé en qué voy a dormir hoy, dice Janeth Silva con una sonrisa pícara y acento de la sierra. Luego, con sus manos, señala hasta dónde llegaba el agua por las inundaciones. Dependiendo del punto de Sauces 6, podía llegar desde los tobillos hasta las rodillas

El agua inundó parte de su tienda que abrió hace ocho días. Por la distancia hasta su casa en Villa Bonita, por la Penitenciaría, y ante las fuertes lluvias de hace dos días, decidió quedarse a dormir ahí con su hijo de siete años.

El pequeño está feliz en la calle, sin terminar de entender la diferencia entre dormir en un colchón a dormir en cartones -la única opción de su madre-. La razón es simple: no lo asimila porque está nadando.

Janeth, preocupada, pregunta a algunos ‘vecis’ dónde conseguir cartones. En medio de ello, su hijo da pequeños saltos y se abraza a sí mismo de vez en cuando por el frío.

El único colchón que tenían estaba en el suelo, en la parte trasera de la tienda, donde se les mojó cuando la marea subió. Lo trajeron para emergencias, dado que regresar a su hogar tarda más de una hora y en las noches le asusta la inseguridad.

Tuve que regalarlo a unos ‘hacheros’ -dice- que se fueron contentos y lo tiraron a la calle como si fuera una canoa.

No le importa haber perdido su colchón y a pesar de la dificultad del entorno, pretende guardar un buen recuerdo. A fin de cuentas, es lo único que queda.

En mitad de la calle, unos vecinos parquearon un Volkswagen escarabajo de los antiguos, para que ningún otro vehículo cruce y alborote la marea.

La entrada al sector fue bloqueada por un auto para que otros vehículos no alborotaran la marea.Freddy Rodriguez

Entre tanto, Magdalena y su hija, que lleva el mismo nombre, caminaron en medio del agua hacia donde un vecino para pedirle prestado una bomba de agua.

Lentamente, porque ya es una adulta mayor, va con su pijama blanca y toma el aparato, que es notablemente pesado en sus brazos.

Cruza la calle y su perro, que la esperaba en la puerta de la casa, la recibe como si se hubiera ido por una eternidad.

Ya, ya, entra a la casa, le dice la mujer. En medio de ello, conecta la bomba y empiezan a extraer el agua de la casa.

Otros vecinos lo hacen de manera rudimentaria: con balde en mano y recogiendo a cada instante lo que más puedan.

Así han pasado más de 12 horas, sin saber que la marea volvería a subir en la noche del 23 de marzo. Lo único que esperan, aunque sea en vano, según Janeth, es no volver a inundarse.

Pese a la situación, gran parte de los negocios en Sauces 6 continuaron con sus actividades económicas. Muchos de los trabajadores viven del día y no pueden darse el “lujo” de cerrar, sin importar la condición en la que estén.

Entrada la noche, el hijo de Janeth pide ir nuevamente al agua. La madre no acepta. Sin embargo, recuerda que debe ir por los cartones. En algo tendremos que dormir, comenta.

Nuevamente se pierden en medio de la oscuridad: ella, con pasos acautelados en medio del agua fría, pensando en cómo será mañana, y su hijo, nadando, sabiendo la fortuna de tener una piscina. Paradojas.