“Ma, ma, es pa, es pa”, repetía con inocencia un niño de un año y 11 meses mientras, cargado en los brazos de un familiar, observaba el cadáver de su padre. Héctor Luis Pino Pisco había sido asesinado dos horas antes mientras se desplazaba en su motocicleta.

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El pequeño no comprendía la tragedia que envolvía a su familia, pero su mirada no se apartaba del cuerpo que yacía sobre la calzada de la avenida Limoncocha, en la cooperativa Assad Bucaram, parroquia Pascuales, Guayaquil.

Con sus pequeñas manos sostenía un carrito de plástico rojo, un intento desesperado de sus familiares por distraerlo de la dolorosa escena.

El amor por ese bebé y por su hermanita de siete años había motivado a Héctor a alejarse del mundo delictivo y dedicarse a un trabajo honesto en un negocio de madera en la vía a Daule, según contó el coronel Edisson Rodríguez, jefe del distrito Pascuales.

“El crimen se cometió utilizando una mototaxi negra. Los atacantes no descendieron; simplemente se acercaron a la víctima y le dispararon. Los agresores habían seguido a la víctima hasta que lo vieron llegar a una panadería. Posteriormente, abandonaron el lugar y se subieron a un vehículo Suzuki negro en un intento de huir”, detalló Rodríguez.

Héctor había salido de su casa, ubicada en la cooperativa Paquisha de Pascuales, para llevar a su hija mayor a la escuela. Estaba de regreso cuando se detuvo en una panadería para comprar pan para el desayuno. Fue en ese momento cuando los sicarios lo interceptaron y lo asesinaron.

La Policía detuvo a siete sospechosos tras el crimen de Héctor, incluyendo a tres menores de edad.

Entre los cuatro adultos detenidos se encuentran Ciro Alvarado Coello, Jefferson Vera de la Cruz y Ronald Suárez Suárez.

La orden de acabar con la vida de Héctor, según la policía, la habría dado una venezolana de 32 años conocida con el alias de La Gata, quien lideraría la organización criminal Los Tiguerones en esa zona.

La víctima había trabajado para ella como conductor de mototaxis, pero dejó de hacerlo hace un mes para conseguir otro empleo.

“Uno de los detenidos dijo que ella fue quien lo contrató. Todo parece estar vinculado a una red de extorsión en la zona; la víctima también se dedicó a este delito, pero se había reinsertado en la sociedad por el bien de sus hijos. Pensaron que iba a delatarlos”, agregó el coronel Rodríguez.

Los menores de edad detenidos eran los encargados de cambiar las placas de los vehículos utilizados en los crímenes, tanto de mototaxis como de automóviles.

Según las investigaciones, La Gata es propietaria de varias mototaxis que operan en el sector y de la involucrada en el asesinato de Héctor.

Este violento hecho elevó el número de crímenes en el distrito Pascuales a 144, colocándolo entre las cuatro jurisdicciones más violentas de la Zona 8, que abarca Guayaquil, Durán y Samborondón. (AEB)

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