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La fidelidad de un perro asombra: se mantuvo junto a su dueño muerto para cuidarlo
El animalito estuvo hasta el último junto a su dueño, quien fue liquidado a balazos cerca de su domicilio. Ocurrió en la ciudad de Milagro, Guayas.
La fidelidad de un perro ‘churro’ conmovió a toda una comunidad en la ciudad de Milagro, provincia de Guayas. En media calle, baleado, chorreando sangre y sin vida había quedado el cuerpo de Javier Rafael Fernández Ortega, de 22 años. Y junto a él, cuidándolo, sin dejar que nadie se acerca al hombre, estaba el animalito.
Ladraba y mostraba sus colmillos amenazante, apartando a todo aquel que quisiese acercarse a su dueño. Ni los policías ni los agentes de Criminalística podían acercarse.
Alguien alcanzó a colocar una sábana encima del cadáver; pero el perro, del cual nadie sabe su nombre, permanecía ahí, fiel. Cuando alguien intentaba acercarse, ladraba.
No se alejaba más de dos metros de su amo y volvía cerca del cadáver. ‘Nadie puede tocarlo’, parecía ser la consigna del animal, que incluso se subió encima de las piernas de su dueño sin vida. Luego, por un buen rato se acostó en la sábana, siempre vigilante, cuidando al hombre con quien había creado un vínculo afectivo.
Por unos minutos, agachó la cabeza y se quedó ahí, inmóvil, fiel. “No era su amo, era como su padre”, dijo una mujer entre los curiosos. La actitud de la mascota retrasó el procedimiento de los agentes de Criminalística, que necesitaban recoger algunos indicios balísticos que quedaron junto al cadáver del joven.
Rato después, lograron colocarle una soga en el cuello al perro y lo jalaron. El animal luchaba e intentaba mantenerse junto a Javier Fernández, cuyo asesinato se registró pasadas las 23:00 del jueves pasado en la ciudadela Apolo, en el norte del cantón Milagro, a pocos metros de su casa.
Según los primeros datos de la policía, el crimen sería por tráfico interno de sustancias sujetas a fiscalización. Finalmente, entre varias personas lograron arrastrar al animal unos cuantos metros, mientras este no dejaba de ladrar. Lo alejaban de su dueño. Lo dejaban solo.
Una vez que el can estuvo controlado, los uniformados fijaron una docena de indicios que quedaron a lo largo de la calle, pues la víctima intentó escapar de sus verdugos, dos sujetos que iban en moto y que tras una persecución de casi dos cuadras finalmente lo alcanzaron. Agentes de Criminalística embarcaron el cuerpo en el carro de Medicina Legal y se lo llevaron, para las indagaciones de ley.
Y el perro ‘churro’ quedó solo, en la calle. Ya no ladraba. Parecía más bien que lloraba. Ya sin su dueño, ya sin su ‘padre’.
El vínculo es por la hormona del amor
Que el can acompañara y defendiera a su dueño de las personas que estaban a su alrededor el día de su muerte, se debe a la fuerte conexión y la convivencia que existía entre ambos, dice la veterinaria Vanessa Suárez.
“Y esto tendría una explicación científica: ambos tienen la oxitocina, la hormona del amor. Es como cuando uno se enamora de la pareja, o el amor que hay entre padres y los hijos. Lo mismo pasa en ellos. Talvez cogió de pequeño al can y para él va a ser irremplazable. Los perros son inteligentes y tienen recuerdos. No sé si él sabía que estaba muerto el hombre, pero el hecho de que estuviera en el piso lo volvía indefenso y él quería protegerlo”, concluye la experta.