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Familiares del hombre llevaron los féretros desde Portoviejo, en Manabí. Luego trasladaron el cuerpo del sujeto hacia esa provincia.Daniel Vite / EXTRA

¡Femicidio en Quevedo: Hombre mató a su pareja y después él bebió matamalezas!

La pareja fue hallada sin vida en la cama donde hace tiempo se daban amor. Música a todo volumen tapó el femicidio y posterior suicidio.

La escena del femicidio era escalofriante, parecía sacada de una película de terror. Acostados en la cama, aun con el toldo medio puesto, sobre una sábana de color verde reposaban los cadáveres de José Ramón Vélez, de 45 años, y de Araceli Monserrate Pinargote, de 50. 

La fémina, que vestía una blusa turquesa, tenía espuma en la boca y moretones en su pecho. A su lado, con los brazos cruzados, estaba la persona que le había jurado amor eterno, también sin signos vitales. Esta imagen conmocionó a Juan Carlos Palacios, hijo de Araceli, quien fue el que vio a su madre ‘tiesa’.

Eran cerca de las 12:00 del domingo y en el sector Gustavo Campi, de Quevedo, nadie se imaginaba que en la vivienda se maquinaba una terrible tragedia familiar. Dentro de la casa no paraba de sonar la música rokolera con la cual, desde la noche anterior, Ramón se había puesto a ingerir licor.

La fuerte bulla hizo que el vecindario no pudiera percatarse de lo que allí ocurría. Cuando el joven llegó a la vivienda se encontró con que la puerta estaba cerrada y que nadie hacía nada por bajar el volumen del equipo. 

Un mal presagio lo invadió, por lo que decidió ingresar a ‘como pinte’ a la casa. Trepó una pared y por una ventana a un costado pudo entrar, encontrando a su madre y a su padrastro sin señales de vida. 

En la habitación había un olor intenso a fungicida y a un costado, en el suelo, un frasco con veneno matamalezas, de esos que Ramón usaba en sus sembríos. De inmediato, Juan Carlos llamó a la policía, que tomó procedimiento del caso.

La pareja tenía 11 años unida. Una foto del recuerdo, cuando todo era amor.Daniel Vite / EXTRA

Sorpresa al recibir el informe forense

El dolor y la tristeza invadieron a los hijos de Araceli. A unos metros de ellos se encontraban parientes de Ramón, quienes habían traído desde Portoviejo (Manabí) las dos cajas para la pareja.Una de las hijas de Araceli, Katy Palacios, fue quien realizó los trámites en la morgue de Quevedo. Al recibir los documentos del médico forense, se quedó ‘helada’ al enterarse de la realidad. 

Ella le contó a EXTRA que su madre no había fallecido por envenenamiento, sino que su padrastro la había estrangulado y golpeado. La consternada hija detalló que, al parecer, el hombre le habría presionado el cuello con alguna sábana o algún otro objeto, ya que no había señas de las manos del agresor.