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La fe mató su maldición en Semana Santa
Leonidas Tacuri asegura que hizo una broma en una procesión y esto le habría causado una parálisis facial. Su recuperación, dice, ha sido con devoción
Los creyentes católicos, como Leonidas Tacuri, están conscientes de que si hacen una petición a algún santo o a la Virgen con devoción, se les puede cumplir ‘el milagrito’. Sin embargo, también conocen que si se burlan de la religión les puede ir mal.
El hombre, de 68 años, acomoda el vestido de un Niño Jesús que permanece en un altar. Acaricia un pequeño rosario y recuerda que le dio una parálisis facial por hacer una broma luego de participar en un evento religioso.
Tacuri tuvo el accidente en la procesión denominada Cristo de la Buena Muerte y que se realiza todos los Viernes Santos por las calles del sector de Santa Bárbara, en el sur de Quito. Sucedió hace ocho años, pero todavía tiene rezagos de ‘la maldición’. El hombre dice que se le paralizó la mitad izquierda de su rostro y que, al momento, se ha recuperado en un 80 por ciento.
Según el feligrés, cuando terminó el recorrido salió de la iglesia con sus familiares y se fueron a la tienda para comprar una gaseosa. Se quitó el traje de cucurucho, sirvió el refresco en un vaso y cuando se lo llevó a la boca sintió que el líquido se le regaba por un extremo del labio izquierdo.
Uno de sus sobrinos, asustado, le dijo: “¡Tío, su cara!”. Tacuri sintió que los músculos de su rostro se contraían hasta que se le paralizó completamente el lado izquierdo.
Fue entonces que Tacuri recordó que antes de terminar la procesión comentó una broma a sus compañeros penitentes: “¿Para este poquito que caminamos?, yo estaba preparado para cumplir una penitencia de seis horas, siquiera”, dijo en tono burlesco.
El chiste, según él, enfureció a Dios y le castigó paralizándole el rostro.
Devoción
Tacuri acomoda una fotografía de uno de sus hijos en el marco de un cuadro de Jesús del Gran Poder y llora. Reza. Mira al techo y pronuncia: “Dios es lo único que tenemos para mal o bien”.
El hombre, quien espera unos años para jubilarse, cuenta que luego del accidente su devoción creció más y se comprometió a servir a Dios hasta que, según él, lo sanara de la parálisis. “Él me castigó con esto, él mismo me tiene que curar”, afirma.
Por eso, Tacuri ingresó al Movimiento de Retiristas Parroquiales Juan XXIII, un grupo de fieles que busca evangelizar a las personas “marginadas de la iglesia y que no pueden asistir a una misa”.
Desde entonces ha realizado obras sociales y cada jueves se reúne en la iglesia de Santa Bárbara con personas de escasos recursos a quienes les predica la palabra de Dios.
El creyente reconoce que de a poco se ha mejorado y solo le falta recuperar parte de la movilidad del ojo izquierdo.
Rosa Paucar, exesposa de Tacuri, menciona que la devoción de él es tan fuerte que cada año lo ve reuniendo a más de 100 personas para que participen en la procesión Cristo de la Buena Muerte. “Su fe ha sido inculcada a todos mis hijos”, agrega.
Lamentablemente, Tacuri no podrá asistir a la edición de este año porque se recupera de una operación a corazón abierto que le realizaron en noviembre del año pasado.
Sin embargo, el feligrés no dejará de comer la tradicional fanesca y será parte de los más de 10 mil espectadores que acudirán hoy a la procesión Jesús del Gran Poder, que se efectuará en las calles del Centro Histórico de la capital.