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¡Expuestos al frío y a los pillos!
Una mujer cuyo esposo está internado en el Hospital Enrique Garcés fue asaltada por dos sujetos en moto. Vecinos los han visto por el barrio.
Michelle Suárez todavía espera por la operación de su esposo. Mientras, ocupa el celular de su suegra. El suyo se lo arrancharon afuera del Hospital Enrique Garcés, en el sur de Quito.
Cada vez que sale de allí mira a todos lados. Aún tiene miedo por el asalto que vivió la noche del miércoles, aunque no puso la denuncia porque fue “imposible reconocerlos”. Los agresores llevaban casco y tapabocas.
Pero este no sería un caso aislado. Los familiares de los enfermos deben salir del área de emergencias durante las noches por disposición del centro hospitalario. “No pueden estar adentro por el contagio”, dice uno de los guardias.
En efecto, fue en la entrada de emergencias donde a Michelle la asaltaron (ver infografía sobre cómo ocurrió el hecho). “Me dijeron que a varios les ha pasado lo mismo. De hecho, mucha gente duerme afuera esperando noticias de sus familias”, detalla.
Hay gente acostada o sentada en el césped de la entrada y en la acera.
En aumento
María, moradora del sector que prefirió no revelar su apellido, relata que desde el inicio de este año la inseguridad ha aumentado en los alrededores del hospital. “Hay una moto con dos hombres que da vueltas por aquí”, comenta.
Quizá sean los mismos que asaltaron a Michelle, aunque nadie ha logrado ver sus caras.
Sin embargo, el subteniente Iván Padilla, del Circuito Chilibulo, al que pertenece esta zona, cuenta que en los últimos meses no ha tenido alertas de robos en la puerta del centro hospitalario.
Más bien, asegura, tienen contacto continuo con los guardias de la institución para atender las emergencias de seguridad ciudadana. “Ellos nos pueden avisar para acudir lo más pronto posible”, explica.
Michelle, en cambio, asegura que el guardia que presenció su asalto le había dicho que no podía hacer nada. “Yo corrí detrás de los delincuentes, pero sacaron un arma y la rastrillaron. Solo retrocedí”, dice la mujer.
Paradas y horas pico
Según María, uno de los puntos más peligrosos de la zona es la parada de buses, pues los delincuentes aprovechan las horas pico, por la mañana y por la tarde, para quitarles sus pertenencias a los transeúntes. “También han ocurrido asaltos a los negocios”, señala.
Fabián, un taxista de la zona, corrobora que son dos hombres a bordo de una motocicleta los que siembran el terror. “A veces tengo ganas de reaccionar mal, pero me puedo meter en problemas graves”, agrega.
Padilla reconoce que la modalidad de robo en las últimas semanas es el arranche en moto, pero no solo en este sitio sino en toda la zona de Chilibulo. “Aprovechan en los buses o en las paradas, pero hacemos patrullajes continuos”.
Además, según el uniformado, se ha conformado un chat comunitario para coordinar los auxilios, en el que los guardias de seguridad del hospital están incluidos. “También estacionamos las patrullas o las motocicletas a la entrada, pero no pueden estar todo el tiempo porque el circuito es grande”.
La falta de luminarias sobre la calle Enrique Garcés también contribuye, según los vecinos, a que los delincuentes se escondan para atacar a sus víctimas.
Michelle ha pasado cuatro días a la expectativa de la operación de vesícula de su esposo o un posible traslado. A partir de las 19:00, afuera del recinto. “No duermo aquí, pero sí me quedo hasta tarde, con miedo y todo”, concluye.