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"Cuando estás en drogas, te marginan", dice Jessica Alarcón, conocida como 'Mafia Chumi'
La chica, que se hizo popular en 2015 por un video, dice que mucha gente le dio la espalda. Por la ‘chirez’, el vicio y malas compañías está estancada
Dejar las drogas es su ilusión. Al decirlo, a Jessica Briggitte Alarcón Jama se le borra la sonrisa y sus ojos brillan de tristeza. Pero está convencida de que al cumplir ese sueño enderezará su vida.
En 2015, Ecuador la conoció por un video en el que aparecía caminando mientras fumaba un ‘porro’ en la Isla Trinitaria, en el suroeste de Guayaquil. Ahí soltó sus populares frases: “Esa e’ lo muchacho... A lo diri, diri... Mafia Chumi”.
Actualmente, con 25 años, luce algo distinta a como aparecía en la grabación. Está más delgada y le cuesta caminar, arrastra un poco la pierna derecha. Es por la osteomielitis, una infección generada por bacterias y que ataca a los huesos.
“Ese problema lo tengo desde los ocho años. Me operaron, me pusieron clavos en la pierna y por eso camino así. Una vez que me los saque debo ir a la terapia para andar normal”, cuenta. Pero no ha ido al médico por falta de dinero.
Cuando recuerda sobre cómo se hizo famosa olvida sus penas y ríe nuevamente. Aquella vez se grabó mientras iba a retirar a un sobrino de la guardería. Una amiga la acompañaba y todo fue espontáneo, sin poses. Gritaba lo que se le ocurría en ese rato. Siempre le gustó filmarse y ser suelta frente a una cámara.
El término que la hizo popular surgió de sus farras. “Mafia Chumi fue un grupo de chicas y chicos que bailábamos en fiestas y ‘marroneos’. Los jóvenes que iban se hacían llamar de alguna forma”, explica.
En esa época no había tantos tatuajes resaltando en su piel como ahora. En el pómulo izquierdo luce un diamante y en el derecho cuatro estrellas. En la pantorrilla izquierda lleva marcada una rosa, en honor al nombre de su abuela. Arriba de la flor está escrito el suyo, Briggitte; abajo, una mariposa. Todos los muestra orgullosa.
No tiene vergüenza al dar entrevistas. Se desenvuelve con naturalidad. Es serena para contestar, habla pausado, coquetea, sonríe. Es frontal. No se guarda nada y dice todo lo que piensa.
Poco tiempo luego de ser viral fue invitada a un programa televisivo del que supuestamente iba a formar parte. Pero no se concretó por problemas personales, dice.
Reconoce su adicción, pero la ‘bajonea’ que por eso le den la espalda. “He recaído en las drogas. Al verte así la gente te tiene como lo peor, te margina y te ignora”, lamenta.
Esa es su lucha diaria. Un combate ‘fregado’ de ganar cuando se tiene malas compañías y supuestos amigos que no dan la mano, admite.
Su destino es un laberinto sin salida, al menos, mientras no tenga un ingreso fijo. Cuando le dan ‘chance’ trabaja limpiando casas o lavando ropa. Con lo que gana paga el pequeño cuarto que alquila en el centro, pero no le alcanza para internarse en un centro de rehabilitación.
Por esa escasez de ‘billete’ no vive con sus hijos de 9, 6 y 1 año, a cargo de sus allegados.
Lo bueno es que puede verlos. Le gusta pensar en eso para darse ánimos. Hace poco más de un año, cuando estuvo privada de su libertad, supo poco de ellos.
“Hubo un lío en casa, metieron droga (no sabe quién), querían detener a mi mamá y para que no lo hagan, fui presa”, asegura.
En ‘cana’ su fama le sirvió. La recibieron ‘chévere’ y se llevaba bien con algunas guías penitenciarias, cocineras y compañeras. Lo más ‘turro’ fue el encierro y darse cuenta que, allí dentro, parecía no existir para tanta gente que antes le hacía ‘caritas’ y se mostraba incondicional. Pero a la hora de ‘hacerse ver’, la ignoraron.
“Necesito un trabajo. No quiero seguirle haciendo mal a nadie porque pierdo el cariño de la gente, de los que me han querido y me han seguido”, ruega desesperada.