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Cristina Reyes: "He tenido duros golpes en el amor"
La precandidata presidencial hizo varias confesiones. Ama cantar los temas de José José. Rompió su relación de casi 5 años. Tiene un solo vicio
Cuando habla de política, Cristina Reyes es fuerte, osada, extrovertida. Domina la materia. En las intervenciones plenarias saca toda su experiencia adquirida a lo largo de su amplia trayectoria dentro del Partido Social Cristiano, al que pertenece desde hace doce años. Pero cuando aborda su vida personal, la asambleísta y precandidata presidencial es todo lo contrario. Evidencia timidez. Cuida sus palabras. Le cuesta referirse al tema, porque no está acostumbrada a hacerlo. Sin embargo, frente a un café, DOMINGUERO logró conversar sobre su vida bohemia, el desamor, el amor de su vida perdido, el matrimonio, los celos y los anillos de compromiso que jamás llegó a usar.
Joven, abogada, siempre estás concentrada en la política, ¿hay tiempo para la diversión?
Me levanto todos los días pensando en qué puedo hacer desde mi trabajo para construir un mejor país, pero siempre hay tiempo para lo otro, poco, escaso, pero lo hay. Ya no como antes y menos en esta pandemia, porque los momentos para divertirnos con amigos, tomarnos unos traguitos, cantar y demás cada vez son más limitados por el peligro de este virus, pero por supuesto que yo me los procuraba. He tenido una vida de gitana...
¿De gitana? ¿Cómo así?
Por mi carrera me ha tocado movilizarme, primero, dentro del país, constantemente. Radicarme en Quito durante 7 años, a estas alturas me puedo considerar ‘guayaquiteña’. Regresaba para ver a mi familia, me movilizaba por todo el país, representaciones internacionales. Nunca me he ido con plata del Estado, siempre han sido invitaciones internacionales que han llegado y he ido feliz de representar al Ecuador, a distintos países, algunos insospechados, como la India. Bueno, he llevado una vida muy intensa pero feliz.
Antes subías videos en tus redes interpretando alguna canción acompañada de tu guitarra. ¿Dónde la dejaste?
Está guardada en Quito en un rincón importante. Antes cuando llevaba una vida más bohemia, me gustaba compartir con la guitarra y cantábamos temas de José José, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute y me lanzaba más en público, ahora me he hecho más tímida. No considero que tengo una voz extraordinaria, soy apenas afinada, pero hay sentimiento, se lo pongo, pero ya no me lanzo a agarrar el micrófono como antes.
Es raro, porque los políticos son lanzados a la hora de dar discursos. Siempre están rodeados de gente, es como estar en un escenario.
Tengo una exposición pública; de hecho, cuando tomo la palabra en la Asamblea, lo hago con fuerza. Yo era tímida de chica y esa timidez se rompió cuando una profesora dijo: ‘Que levante la mano quien quiera participar en el concurso de libro leído’ y nadie lo hizo. Yo lo hice y me dije que era el momento de romper con ese miedo. Pero es en el entorno más social donde puedo ser tímida. Más de amistad.
¿Cuál es la canción que siempre cantas, la que nunca falta en tu repertorio?
‘Almohada’, de José José. Cuando murió, lloré tres días. No es mi cantante favorito, pero yo siempre he dicho que tengo alma de vieja. Mi abuela me ponía Frank Sinatra, jazz, pasillos, valses peruanos, boleros. Crecí un poco con esa influencia y me hice algo bohemia. Sabina, Jorge Drexler, más poetas y José José. Claro que era una influencia del desamor, de la persona despechada, que la habían dejado, más sufrida.
¿Te has sentido sufrida y despechada?
No sé por qué, porque tampoco he sido muy sufrida. He tenido mis golpes duros en el amor, me he estrellado. Siempre en cualquier etapa de la vida, el corazón queda destrozado, pero uno se lo recompone solita. Por eso ea que cuando murió José José duré tres días llorando y escuchándolo en el carro. En ese momento pasaba por una relación de mucho tiempo que se estaba haciendo añicos, no había tenido bases sólidas. En ese momento escuchaba ‘Vamos a darnos tiempo’.
¿Has querido olvidar las penas con licor?
Sí, todos hemos sido más jóvenes y no hemos podido canalizar bien nuestras penas. Gracias a Dios no ha sido algo que pueda lamentar, pero la gente siempre tiende mucho a juzgar con dureza cuando estás pasando momentos complicados. Ahora el tema de las cámaras y demás lo banaliza todo, lo viraliza, hay que tener mucho cuidado con una mal reacción. Yo no quiero justificar pero, en fin, pasa.
¿Recuerdas cuál fue la última canción que dedicaste?
Una de Marc Anthony, ‘Tu vida en la mía’, es una salsa y dice que para estar juntos puedo hacer concesiones, te puedo dar el lado de mi cama.
¿Con quién te gustaría cantar a dúo y subir el video?
Con Sabina o con Jorge Drexler.
¿Cómo te relajas?
Con la lectura, me gusta leer. Ha sido un buen vicio.
¿Es tu único vicio?
Al momento sí. La lectura me relaja mucho. Creo que cuando una persona se atreve a leer es menos propensa a juzgar a otra. Es más propensa a ampliar su mente, conocer más culturas y hay autores que te marcan.
¿Quién lo ha hecho?
Hablando de ebrios, hay uno, Charles Bukowski. Entró en esa generación de los llamados poetas malditos. Hay unas circunstancias en las que él está embrutecido con el alcohol y lo que básicamente pide es que alguien lo salve. Siempre anhelaba que el amor lo salve y tenía una escritura un poco endemoniada, irreverente, atrevido con la vida. Luego uno se puede encontrar con un Jonathan Franzen, que es un autor americano que habla de la libertad, o con Mario Vargas Llosa. Es un gran vicio, es el que recomiendo.
- Celos y amores
El amor de mi vida se me fue una vez y no lo voy a dejar ir. Uno se enamora de verdad una sola vez en la vida. Hay amores importantes...
Dicen que uno ama muchas veces y de diferentes maneras.
Sí, uno ama y hay amores importantes, hay otros que quedan para un recuerdo bonito y otros ni para el recuerdo.
¿Has tenido de esos?
Por supuesto, y no quiero ni recordarlo. El amor de la vida, ese que logra encajar en el momento perfecto, el que solo con mirarte te comprende y demás, solo pasa una vez en la vida. Una vez lo perdí, ya no dos veces.
¿Cómo lo recuperaste?
Intento que todo sea natural, que todo sea fluido, sin presiones; no me gusta que me molesten ni yo molestar. Me gusta la libertad, respeto la libertad del otro.
¿Eres celosa?
No, y gracias a Dios es algo que he aprendido a lo largo de este tiempo. Eso es falta de seguridad. Conmigo fueron muy celosos y en algún momento también me dieron demasiadas riendas. Necesito un poquito de rienda pero con amor.
¿El que no cela no ama?
Yo no creo en eso. El amor es libertad, se complementa en la confianza y es uno de sus motores, si no estás fregado y más siendo una política que se relaciona con tantas personas y que está sujeta a calumnias, difamaciones y demás. La persona que está a mi lado debe tener la suficiente confianza en mi amor y en quien soy para acompañarme y eso no lo han tenido todos.
- Anillos y compromisos
Estas sola. ¿Qué hace que una pareja de 5 años, sólida y comprometida rompa? ¿Qué falló?
Uno a veces piensa que ha perdido su tiempo, pero creo que no solo en esta, sino en otras relaciones, no he perdido mi tiempo; sino que además he aprendido muchas cosas de mí misma que antes no conocía y con esto quiero decir que sí, que hay decepción en torno a aquello. Hasta en el dolor soy intensa, pero de corta duración, le doy a cada cosa el tiempo que se merece. Yo no me desgasto, soy ser humano, he llorado, sufrido y más, pero le doy el tiempo suficiente para sacudirme los raspones y seguir adelante, aun con las heridas que fueren, a cuestas. Entonces esta no fue la excepción y lo sigo a mis 38 años, porque en su momento dejé ir al gran amor de mi vida, que yo sé que está muy cerca y sé que está ahí esperándome y que a lo mejor solo el destino tenía que darle un impulsito y un poquito de valor.
¿Ahí está o ya lo tienes?
Ahí está, solo que ahora algunas de mis prioridades están en un desafío que me ha presentado la vida, en una precandidatura presidencial. Soy al momento la única mujer oficial, entonces me ha dado la posibilidad de recorrer el país y de decir ‘bueno, mi obligación es sacar adelante al Ecuador’. Mi amor es inmenso. Me iba casar a los 25 años, también estuve comprometida.
¿Cuántos anillos van?
Algunos (risas).
¿Qué has hecho con todos ellos?
Se los regalo a mi mamá.
¿Cuántas propuestas de matrimonio has recibido?
¡Qué vergüenza! Digamos que unas tres. El tema es que yo respeto a quien sueñe casarse de blanco y si ese es su objetivo...
¿Ese no es el tuyo?
Nunca ha sido un objetivo en mi vida casarme. Yo lo que he buscado insistentemente y con mis errores a cuestas y estrelladas bien feas y dejando ir al amor de mi vida, que no lo voy a dejar ir nunca más, es el amor, pero un amor que comprenda mis sueños, que comprenda el amor que siento por Ecuador, que no soy un persona que se queda quieta, que no represento el rol de la mujer tradicional.
¿Cuál es tu objetivo?
Ir más allá. Empoderar a otras mujeres. Haber caminado con otras mujeres, haber desafiado... Soy atrevida, apasionada, fuerte, aun en medio de mis tristezas. Imagínese, en una sociedad que todavía tiene ciertas taras, ¿cómo encajaba yo en el papel de la esposa tradicional? Imposible, no ha sido un objetivo... Pero, si me lo pregunta, sí me gustaría casarme...