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Cortes de luz Quito: La cafetería que lucha por sobrevivir a los apagones
La falta de energía las deja con las manos cruzadas. No pueden preparar ningún producto y el alimento se les daña. Temen que las máquinas se jodan
María José Mora está en medio de un dilema: dejar que las frutas se pudran para salvar la cafetera, o arriesgarse a que la máquina se dañe, pero mantener frescos los alimentos.
La crisis energética ha afectado gravemente a esta joven emprendedora, quien no ha podido poner en marcha su negocio recién inaugurado en octubre, en el sector de San Blas, en el centro de Quito.
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Junto a su madre, María José abrió una cafetería con la esperanza de un mejor futuro, pero los apagones están truncando su objetivo de salir adelante.
Sin electricidad, no pueden preparar nada. La refrigeradora, la waflera, la cocineta, la licuadora, el microondas y la cafetera dependen de la energía eléctrica para funcionar. Además, este último aparato necesita calentarse durante media hora para operar correctamente; de lo contrario, podría dañarse.
Un técnico le recomendó bajar el ‘breaker’ para evitar que la cafetera se estropeara cuando regresara la energía. Sin embargo, al hacerlo, las frutas se pudrieron y María José tuvo que desechar varias fundas de este producto.
La joven de 27 años pide a las autoridades que, al menos, ayuden a los negocios del Centro Histórico de Quito evitando los cortes de luz durante las horas pico, cuando los turistas visitan sus establecimientos.
En las últimas semanas una de las franjas horarias del corte de energía en la calle José de Antepara ha sido de 11:00 a 18:00. Momentos en los que más suele haber personas.
EXTRA recorrió la zona a las 17:00 y parecía un ‘pueblo fantasma’. Una cuadra en la que solían estar abiertos varios restaurantes, cafeterías y bares lucía vacía durante los apagones.
Esto, según la emprendedora también afecta la percepción de seguridad en la zona. “Pasada cierta hora se ven caras desconocidas y tememos que haya algún robo”.
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Durante el feriado, María José y su madre tuvieron una esperanza. Un festival organizado por el municipio de la ciudad en San Blas y que convocó a más de 30 mil personas llevó clientela a su negocio y con eso pudieron, por lo menos, obtener dinero para reponer el producto que lo perdieron y pagar los servicios básicos.
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