Hasta hace dos semanas, el hospital del IESS del Sur en Quito recibía 90 pacientes diarios en emergencia, ahora la cifra casi se ha duplicado (170). La mayoría tiene síntomas respiratorios.

Este incremento no sería solo allí, sino en todas las casas hospitalarias, por lo que hubo una reunión con la Coordinación Zonal del Ministerio de Salud Pública el martes. “Llegamos a varios acuerdos para poder intercambiar pacientes. Hemos tenido incrementos en todos lados”, dijo Danilo Calderón, gerente general de este hospital.

Afuera hay fila para la prueba de COVID-19, una mujer de unos 40 años espera por ella. Tiene síntomas y fue por atención el martes pasado. “Me dijeron que todavía resisto, que puedo seguir el aislamiento en mi casa, supongo que ahora solo ingresan los que necesitan oxígeno”, dice.

Ella lleva 10 días con dolor de cuerpo, tos, falta de olfato y síntomas de gripe; la convocaron para realizarle la prueba PCR para confirmar el diagnóstico.

“Lamentablemente, la agresividad del virus no permite tener personas de baja complejidad. Vienen con falta de oxígeno y con necesidad de hospitalización imperante”, comentó.

Francisco Mora, coordinador de Vigilancia Epidemiológica, afirmó que quienes se han acercado a la casa de salud son pacientes con mayor requerimiento de oxígeno y por tanto con mayor estancia hospitalaria”, dijo.

Esto conlleva –a decir del galeno– a la posibilidad de saturar el hospital y el colapso, pues el 100 % de las camas están ocupadas.

 

Mezclados

En el Hospital Enrique Garcés, ubicado en el sur de Quito, tampoco hay grandes filas, lo que sí es que les toca esperar a la intemperie. Niños, jóvenes, adultos... todos.

Ruth llevó a su hermana con discapacidad por una molestia estomacal, de todas formas la mandaron al área de síntomas respiratorios. “Me dijeron que era el protocolo, porque parece que el vómito se le fue al pulmón”, contó.

Sin embargo, por su condición de vulnerabilidad, la hermana de Ruth no ha salido de su casa, sino hasta ayer que tuvo molestias. “Los mezclan con los que tienen y no tienen el virus. Ahora mismo ella está en peligro”, agregó.

En esta situación también estaba el padre de Darwin Ríos, adulto mayor con diabetes que al presentar fiebre lo enviaron al triaje por coronavirus, bajo el sol y en una silla de ruedas.

La atención por cada persona variaba entre 20 y 30 minutos, aunque los entrevistados comentaron que en la sala de emergencias no había gente.

En el Hospital Carlos Andrade Marín la atención, según Marylin Chávez, toma al menos seis horas. “Traje a mi papá y aunque no es paciente de coronavirus lo siguen teniendo en esa misma sala”, contó.

Allí los pacientes entran solos y esperan en una sala especial, sus familiares aguardan noticias en la vereda. Desde el departamento de comunicación informaron que la atención es normal incluso en otras áreas que no son COVID-19.