Exclusivo
Drama

CASO Miriam asegura que también está presa en la adicción de su hijo, pero sostiene que no desmayará en esta lucha.Romina Almeida / EXTRA

Caso chico encarcelado por su madre: Según pastor, el joven debe buscar su libertad espiritual

¿Encerrar o no a alguien que lucha contra el consumo de drogas? Un líder religioso dice que lo más complicado es liberarlo de las ataduras del alma y una psicóloga opina que los barrotes le recuerdan su problema.

Hace tres años, Miriam Bedoya (56 años) construyó una prisión para su hijo, Erwin (27), quien hace siete años lucha contra su adicción a las drogas.

Actualmente, la reja está sin candado, sin embargo, la progenitora no piensa quitar la puerta del cuarto-cárcel, pues afirma que no confía 100 por ciento en su vástago.

Pero, ¿el ‘método’ que ella ha optado es el correcto? Un pastor y una psicóloga nos hablan al respecto.

“Las ataduras del alma no se sanan con la cárcel, sino con la Palabra de Dios, que tiene poder para dar libertad. Para el alma no hay pastillas, solo quien la creó (el Señor) la puede curar”, manifiesta el pastor Manuel Suárez, quien sostiene que es necesaria la ayuda de psicólogos y psiquiatras, pero la parte espiritual es vital.

El líder religioso indica que al ser humano le duele más el alma que el mismo cuerpo.

“Se quiebra un dedo, pero a usted le afecta más perder a un ser querido, pasar por cualquier tipo de maltrato, etcétera. Cuando el alma está lastimada, el diablo comienza a atarla, le dice a la persona: “No te quieren”. “No vales”. “Todo te sale mal”. El dolor forja la atadura. Pero si oye la Palabra de Dios, esta verdad los hará libres. También hay que ayunar e interceder (orar) por quien está en la prueba”.

“Un adicto en recuperación tiene que ser reinsertado a la sociedad y todo lo que tiene que ver con él debe ser guiado por profesionales capacitados en el manejo de adicciones”.Jéssica Rodríguez, psicóloga clínica

¿Tumbar la prisión?

El pastor recuerda la vida del apóstol Pablo. “Él escribió a los filipenses desde una cárcel y habla desde el contentamiento. Estuvo en una prisión física, encerrado, pero él era libre, Dios le dio libertad, todo está en el ser interior”, precisa Suárez, quien se comprometió a visitar a Erwin y su familia, orar por ellos. El pastor y un miembro de su equipo estarán en contacto con el joven, le darán asistencia espiritual.

De lunes a viernes, Erwin asiste al grupo de adictos en recuperación ‘Un nuevo empezar’.Cortesía

Depresión y ansiedad

Para la psicóloga clínica Jéssica Rodríguez, tener aún las rejas en la habitación de Erwin no es adecuado.

“Para eso mejor que lo internen en una clínica de rehabilitación, sitio en el que lo atenderán profesionales en psiquiatría, psicología y operadores vivenciales (personas rehabilitadas que se han capacitado y conocen los manuales de los narcóticos anónimos (NA)”.

La experta en salud mental menciona que las rejas le recordarían constantemente su problema. “En el encierro no haría que él concientice lo que ha hecho. Incluso la soledad hace que aparezcan los pensamientos intrusivos respecto al consumo. Estos serían indicadores de una posible recaída. Asimismo podrían desatarse sintomatología depresiva y ansiosa”, precisa Rodríguez, quien dice que el objetivo es reinsertarlo socialmente.

El estudio, su prioridad

Erwin quiere ser ejemplo para su hijo de 7 años. Por eso quiere culminar una meta que la adicción a las drogas impidió: terminar el colegio y ser bachiller.

“Si la reja está 3 o 4 años no me afecta si estoy ‘limpio’, pero cuando recaía, me sentía frustrado y empezaba a pensar en lo que había hecho. Hoy en recuperación estoy tranquilo”.Erwin, adicto en recuperación

“Con quien tenga que hablar lo haré, pues su deseo es terminar sus estudios de secundaria y eso es parte de su rehabilitación. Que el Ministerio de Educación nos ayude, pues sé que existen programas para este tipo de casos”, expresa doña Miriam.

De igual manera, Erwin quiere ser productivo y trabajar para su descendencia.

“Su último trabajo fue hace dos años, en construcción. Él está dispuesto a laborar en lo que sea. Cuando se ganaba su dinerito me daba para la comida. Como sabe dibujar, a veces lo buscan para tareas de colegio, por allí le dan $ 5, pero es de vez en cuando”, cuenta la ‘carcelera’.

A Erwin le gustaría volver a dibujar, pero no tiene los recursos para comprar los materiales de arte, pero lo que más desea es pintarle una sonrisa a su madre, hijo y resto de familia, que ellos vean que está ‘limpio’ y no por ratitos... 

$ 1.800 le costó a Miriam construir la cárcel en su caleta, en el barrio El Salvador, en el cantón Samborondón.