La calle Loja, ubicada en el corazón de San Roque, tenía decenas de casetas de ventas. Había poco espacio para caminar. Cuando se inició la pandemia fue considerada un foco de contagio de coronavirus. Y el 23 de marzo de 2020, los comerciantes fueron desalojados...

Un año después, Jorge Yunda, alcalde de Quito, inauguró la repavimentación de esa vía el miércoles en la noche. Pero no todo es bonito. El problema es que lo que había en la Loja se ‘regó’ hacia los alrededores. Prueba de ello, horas antes del evento, hubo aglomeraciones, relajo, congestión, gente gritando...

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Quienes antes trabajaban en la zona conforman las siete asociaciones desalojadas.

Inconformes por la gestión municipal, quisieron hablar con Yunda. Ana Guamán, comerciante, afirmó que el miércoles les dijeron que el alcalde llegaría en la tarde.

Querían expresarle sus preocupaciones, pero la autoridad no habría llegado a la hora acordada. Se cansaron de esperar y se fueron. El evento fue a las 19:00.

Desesperados

En esta obra se realizó, según el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), el soterrado de redes de conectividad, la colocación de los adoquines en las aceras, el arbolado y la elaboración de murales que representan la vida cotidiana de la población de San Roque, así como el asfaltado y señalización horizontal y vertical. Se invirtieron 70 mil dólares.

Alrededor del nuevo asfaltado de la vía se colocaron vallas azules para que la gente pase. Esto deja menos espacio para la circulación tanto de peatones como de los vendedores. Según los comerciantes, “lo bonito duró el rato de la inauguración”.

“Seguimos peleándonos aquí por la calle. Tratando de sobrevivir y defender nuestros sitios de trabajo”, dijo Luis Andino, vendedor de cargadores para celulares.

En las calles contiguas como la Cumandá aún se pueden ver puestos improvisados con gavetas de plástico o cartones en la vereda. Hay desorden y tráfico.

Sandy Campaña, administradora de la Zona Centro, comentó que el retiro de las vallas se realizará paulatinamente, ya que la idea es que sea un bulevar con el paso libre para todos. “También depende de la colaboración de compradores y comerciantes. Seguiremos haciendo controles”, espetó.

Los 300 comerciantes que fueron desalojados hace un año buscaron un espacio para pedirle a Jorge Yunda por unos puestos de trabajo. “Nosotros también somos pueblo”, aclaró Andino.

Ahora sienten que su trabajo es desorganizado y las asociaciones ya no tienen razón de ser porque cada uno se ocupa de ganar al menos cinco dólares al día y de no ser sancionado por los agentes metropolitanos. “Acá sobrevivimos como podemos”, agregó Andino.

Estaban más seguros

La dueña de uno de los locales de la calle Loja, que prefirió ocultar su nombre por miedo a represalias, explicó que la salida de los comerciantes ha sido perjudicial para la zona.

“Ya les conocíamos y hasta nos sentíamos protegidos. Ahora la venta de droga es prácticamente pública”, dijo.

Ana explicó que el ambiente en San Roque se ha tornado más inseguro porque hasta hace un año las asociaciones se organizaban para agarrar a los pillos. “Incluso la violencia con la que roban es nueva. Ya no les importa golpear a la gente a cualquier hora”.

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Los comerciantes creen que estos expendedores se camuflan entre los vendedores que vienen de otros sectores de la ciudad. “Entre nosotros nos cuidábamos”, agregó Andino.