Después de tanto buscar, Ángel Analuisa pudo tener nuevamente a su hijo Segundo, quien desapareció hace tiempo, pero no como deseaba. En la intimidad de la familia, este jueves 5 de septiembre de 2024, lo velaron.

El padre empezó la dolorosa búsqueda después del 3 de julio de 2016, cuando uno de sus nueve vástagos le dijo que se iba a trabajar y volvería en un mes. Laboraba como albañil. Pasaron las semanas y el hijo no regresó. Ocho años después despejaron las dudas acerca de su paradero.

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El círculo cercano del fallecido prefiere no decir nada más del caso. Y es que sus primos y amigos pensaban que Segundo tenía otra familia. “Todos manteníamos esa esperanza de que iba a regresar algún día, pero no en huesos, sino con vida”, dijo María Napa, una de las allegadas.

Hace dos meses el sargento Luis Lamar, de la Unidad de Desaparecidos de la Dirección de Muertes Violentas (Dinased) de Tungurahua, encontró un rastro: varias osamentas estaban en un terreno en el sector de Panzaleo, cantón Salcedo, provincia de Cotopaxi.

Se realizaron las pruebas necesarias para descartar o comprobar si se trataba de una de las 12 personas que constaban como desaparecidas de años anteriores en la lista de la Dinased. Después de que todo se verificó, los agentes indicaron a Ángel Analuisa que habían localizado a su hijo, pero no como él esperaba. 

Según el capitán Andrés Valdivieso, jefe de la Dirección de Muertes Violentas (Dinased), la investigación continúa, ya que Segundo tuvo una muerte violenta.

Apegados a las tradiciones en Ambatillo, parroquia en la parte alta de Ambato, los parientes llevaron los restos de Segundo, primero,  a la casa donde vivía con su esposa y después al domicilio donde nació en Palahua.

Ahí, la familia se encargó de preparar el banquete para el último adiós que le dieron la tarde de este jueves 5 de septiembre. Entre varios hombres y mujeres alistaban las papas, tomates, cebollas, cuyes y gallinas para despedir a Segundo, de quien desconocían su destino. (YIE)

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