Aplauden, se ríen, pagan por ver, comparten en sus historias, envían videos por WhatsApp, a sus protagonistas los posicionan como ‘trending topic’ (tendencias) en las redes sociales... entonces no es de extrañarse que circule libremente tanta pornografía y hasta imágenes que más que ‘venderse’ como un producto sensual (lo que no estaría mal, tampoco es de hacernos los mojigatos) sean más bien objetos de asco y burla.

La reciente investigación que sobre tres personas dedicadas a la producción de material pornográfico se ha iniciado tiene también su responsabilidad en la libertad con que se comparten en redes sociales tanto sobre ello. Y en cómo la sociedad va viendo con total normalidad estas acciones. Hay más de 10 mil archivos sobre ello, muchos en los que se involucraría a niños, según la Policía.

Un agregado: varios de estos protagonistas aparecen vinculados con la farándula. El que un dizque ‘youtuber’ de talla mediana, del cual hasta se estarían aprovechando económicamente por sus limitaciones intelectuales, aparezca promocionando su contenido porno fue visto como una burla. Antes de eso, la misma protagonista a la que muchos mal llaman ‘influencer’ (¿de qué?) apareció en otro ‘pechuga’ afuera siendo toqueteada por un colegial. Y hubo burlas también. Y siguió como si nada.

¡Hasta cuándo esa farándula disfrazada de sensual seguirá agrediendo a nuestra sociedad!