Ser y parecer. Y más cuando se trata de la campaña electoral y de por medio ‘rueda’ el billete de los ecuatorianos. Si un candidato a la presidencia decide no hacer campaña electoral por los motivos que sea, lo más correcto y ético sería que también renunciara al dinero que le da el Consejo Nacional Electoral para promocionarse en los medios, como un gesto de patriotismo hacia el país. Pero si insiste en usar esos recursos, a pesar de que no quiera hacer campaña, se sabría cuál es su verdadero interés con esa candidatura.

El tema de usar plata del Estado para promocionar a los candidatos siempre genera debate. Con el pretexto de darles a todos la misma oportunidad de exponer sus ideas, se les da el mismo espacio a todos: a los que están primeros en las encuestas, a los que están últimos, a los que están ligados a movimientos con manchas, a los que tienen algo importante que decir y a los que no dicen nada. A todos. Al final, esa ‘igualdad’ no es más que un gasto innecesario del dinero de los contribuyentes. La ley dice que si los candidatos no sacan al menos el 4 % de los votos válidos en una segunda vuelta, deben devolver el 50 % del dinero que recibieron para su campaña, un intento bastante tibio de recuperar algo de esa plata pública ‘invertida’.