Cuando se hace un proyecto, sea este grande o pequeño, es para cubrir una necesidad. Si esa necesidad no existe, simplemente el proyecto no tiene ninguna razón de ser, más aún si el dinero con el que se lo pretende ejecutar es del pueblo que sí requiere de obras urgentes e imprescindibles como son los servicios básicos y vías de acceso. El plan de construir un nuevo aeropuerto de Guayaquil en Daular es innecesario, si hasta el actual queda grande para la poca demanda de pasajeros que existe.

Lo deseable es tener más visitantes, pero la falta de conectividad aérea provoca que un pasaje de Guayaquil a Buenos Aires, a más de 4.000 kilómetros de distancia, cueste más de mil dólares, cuando uno de Guayaquil a Madrid, con un poco más de 9.000 kilómetros, cuesta 800 dólares y hasta menos.

Mientras las autoridades de turismo, transporte y el Municipio porteño no abonen a la conectividad aérea e incrementen el número de pasajeros, no se puede pensar en construir un nuevo aeropuerto. Mientras no construyan carreteras alternas a la vía a la costa, que colapsa en las horas pico y no soporta más flujo vehicular, es imposible pensar en aumentar el diario problema de movilidad en este sector de la ciudad.

Construir un proyecto, que costará millones de dólares, para beneficios de pocos y no uno para potenciar el turismo de Guayaquil y el país, es derrochar recursos que se necesitan ahora para atender necesidades apremiantes.