La vacuna contra el coronavirus es una realidad. Durante meses casas farmacéuticas trabajaron arduamente para encontrar el antídoto. Estaba claro que los llamados países primermundistas serían los primeros en adquirir millones de dosis para una inmunización masiva, y así fue. En Ecuador llegaron apenas 8 mil de 86 mil vacunas que estaban planificadas para un inicio, y se las recibió en el aeropuerto con bombos y platillos, como salvadoras. Pero la realidad es que llegaron vacunas para menos del 3% de la población, para unos cuantos, los demás, a esperar.

Las unidades de cuidados intensivos están al tope y las cifras son alarmantes, pero la gente no presta atención. Se siente cierta calma y podría ser porque no se han tomado esta vez medidas restrictivas tan severas. Y la vacuna no hace milagros, no es un inmunizador inmediato, no estamos libres de contagiarnos por recibir la dosis. El distanciamiento social y las medidas de bioseguridad seguirán siendo necesarias.

Y vienen las elecciones de febrero y con ellas el miedo de un contagio masivo. La opción más segura para algunos será no ir a votar y pagar la multa impuesta por el CNE. Todo porque pasamos nuevamente por una crisis hospitalaria debido a la desobediencia de la ciudadanía en los últimos feriados.Así que queda en manos de nosotros mismos cuidarnos para poder ir a votar.