Si bien ya existen vacunas contra la COVID-19, continúan regándose por el mundo nuevas y peligrosas variantes de este mortal virus, lo cual no borra el temor que nos tiene secuestrados desde inicios del año pasado.

Además, la distribución de las vacunas por el mundo avanza a una lentitud desesperante prefiriéndose notoriamente a varios países europeos y a Estados Unidos, cuyo jefe de Estado, Joe Biden, casi siempre llevando mascarilla, se esfuerza en demostrar una diferencia con su antecesor Donald Trump, quien a principios del año pasado dio escasa importancia a la pandemia y alardeaba públicamente que no necesitaba usar tapabocas.

Y a la ‘cola’ de este plan mundial está nuestro país, con una cantidad de dosis ínfima para la urgencia de nuestra población -unas 8 mil vacunas en esta primera fase-, aunque la idea del Ministerio de Salud Pública es inmunizar a 9 millones de ecuatorianos hasta finales de este año, pero al paso que vamos, con acusaciones de irregularidades en el proceso de vacunación y alguna que otra sorpresita que salte en el camino, no se cumpliría el objetivo.

Y hasta que nos toque la hora del pinchazo, mejor sigamos ‘guardados’ en casa o saliendo cuando sea necesario. Una cura definitiva a este mal está bastante lejana a los ojos de los ecuatorianos.