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Farándula
Néstor Balbuena: “Esto es por aquellos que no ganaron la batalla”
Batalló un año contra el cáncer de garganta. El coreógrafo uruguayo narra su lucha y las enseñanzas en este tiempo
La vida del coreógrafo uruguayo Néstor Balbuena cambió en diciembre de 2021 cuando sintió molestias en su garganta, como si tuviera migajas de pan o cascaras de frutos secos. La pandemia del coronavirus y las distintas enfermedades virales le hicieron pensar que se trataba de algo pasajero.
No fue hasta febrero de 2022 que le diagnosticaron cáncer en la garganta, y aunque eso significaba nuevos retos, Néstor adaptó la enfermedad a su ritmo de vida, tanto así que no dejó de lado su agenda laboral. Sus procesos de quimioterapia y radioterapias eran tomados en el tiempo en los que no debía cumplir con eventos, pues maneja una empresa encargada en eso.
El también bailarín de 60 años conversa con EXTRA de los duros momentos por los que pasó y el proceso de vencer el cáncer.
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- Venció el cáncer, ¿cómo se encuentra?
Estoy muy bien, siempre lo estuve. Fue un año diferente. El 2022 vino con un gran desafío: ganarle a esta dura enfermedad, pero la enfrentamos con alegría, dinamismo y con fe, con la confianza en el equipo medico y en la gente, que es fundamental.
- ¿De dónde salió toda esa fortaleza?
Creo que mi fortaleza estuvo inspirada en tantos guerreros que hay luchando por esa enfermedad. Comencé a salir de esto (cáncer) porque nunca estamos libres. Enfoqué la enfermedad desde mi interior, en creer en mí mismo, en Dios y en la gente. Esto radica en creer que uno mismo saldrá adelante, enfocarse en eso.
- ¿Durante el proceso hubo algo que extrañe más?
No extrañé hacer nada. Todo lo seguí haciendo. Planifiqué con el equipo médico cada una de mis sesiones de quimioterapia - que eran muy largas - En cada bloque de quimioterapia tenía que estar 7 días internado y 15 días de recuperación para tener la fuerza necesaria para pararme. Planifiqué todo con mi agenda de negocios y actividades. Tengo una empresa que maneja eventos muy grandes como temporadas del Día de la Madre, Navidad, entre otras.
- ¿Qué fue lo más duro?
Lo más intenso fue programar 35 radioterapias que eran muy fuertes y dolorosas. Perdí 25 kilos y encarar la época de Navidad que era muy agotante en ese estado.
- Nos dijeron que conoció a muchas personas en este proceso...
Los enfermeros de Solca (Sociedad de Lucha Contra el Cáncer del Ecuador) son mis ángeles de blanco, un equipo maravilloso que siempre está dispuesto a dar la mano y acompañar. Conocí una cantidad de guerreros con los que compartí mis días de internación. Elegí estar en una sala común con 5 guerreros más; no sirvo para estar solo, necesito gente para sentirme vivo. Entre todos nos dábamos aliento, hacíamos TikTok, subíamos fotos.
- En los procesos de hospitalización, ¿en qué pensaba?
Compartía conmigo mismo. Comprendí que me faltaba mucho tiempo para estar conmigo, pese a que tengo 60 años no paro nunca. Fue un buen tiempo para entenderme, comprender dolores que tenía dentro de mí. Fui un tipo que no se crió con papá y me sirvió para sanar. La vida me enseñó que así me falte algo debía sentirme completo. Me ayudó a compartir bastante con mi compañera de vida, Gardenia Delgado.
- Su hijo Bruno quiso llevarlo a Uruguay para recibir su tratamiento contra el cáncer, ¿cierto?
Mi hijo es médico odontólogo, y está a cargo de un departamento de salud. Me pidió que vaya a Uruguay porque allá la salud está muy avanzada y era un tratamiento gratuito, pero quise quedarme acá. Voy pasando situaciones complicadas de salud aquí, como una peritonitis (inflamación de las membrana abdominal) por la que estuve en terapia intensiva.
- ¿Qué fue lo que más le tocó sentimentalmente en ese tiempo?
Había gente que estaba más enferma que yo y me decían: Don Néstor, estamos orando por vos (llanto). Verdaderamente es fuerte y gratificante. Tenía que salir adelante por amigos que no ganaron esta batalla. No me gusta hablar mucho del tema, pero fue así (...) No tuve que pasar por el duro trauma para hombres y mujeres de perder el pelo, eso siento que me ayudó a estar más duro frente a la situación.
- Sintió el apoyo de la gente...
Siempre sentí el apoyo, en las redes sociales, amigos de todas partes del mundo, gente me escribió de la India, un grupo tibetano oraba por mí. Esto no es de religión, sino de la fe y el poder de la oración. Fue grande el poder que me dieron a través de la oración.
- ¿Qué sigue ahora?
Estamos en chequeos cada 3 meses (...) La resonancia magnética arrojó que no hay rastro de la enfermedad, el examen físico también dio negativo, la radiografía igual. Mi oncóloga me dio de alta con control trimestral, luego cada seis meses y después al año. Esto es de casi 60 meses de control.
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