Cada tarde, la potente voz de Loren Cedeño resuena a través de los micrófonos, anunciando el inicio de uno de los segmentos más esperados por los radioescuchas: ‘El show de los miembros’, un espacio que ha mantenido durante aproximadamente seis años.

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A pesar de las fuertes críticas que ha recibido su programa, por el uso del doble sentido y un lenguaje considerado vulgar para su horario, ‘La ñaña del pueblo’ responde asegurando que “vivimos en un mundo mojigato”.

“A pesar de las dificultades, nuestros seguidores, hombres y mujeres, nos dicen que les sacamos una sonrisa. Logramos nuestro objetivo”, revela esta manabita, nacida hace 46 años en Tosagua.

La interacción constante a través de WhatsApp, Telegram y video en vivo por TikTok la acerca a su audiencia: oficinistas, taxistas, obreros, dependientes y cocineros la reconocen y le hacen saber que la siguen.

Sin embargo, su forma abierta de dirigirse al público que sintoniza Radio Canela a veces genera confusiones. Hay quienes creen que la Loren detrás del micrófono es la misma que está en su hogar, compartiendo con sus tres hijos.

“Soy la misma Loren Marieta, La ñaña del pueblo. No soy un personaje. Pero eso no significa que ande por la calle diciendo las cosas como en la radio. Me considero alegre y divertida, pero hasta ahí. A veces, la gente se confunde y piensa que eso justifica la falta de respeto. Voy por la vida riéndome, saludando y agradeciendo. Tengo días buenos y malos, pero trato de ser genuina, sin poses”, afirma, aclarando que responde con firmeza a los mensajes de radioescuchas maleducados que recibe.

Madre soltera de tres varones, uno de ellos con discapacidad auditiva, que ha obtenido varias medallas deportivas para el país, Loren recuerda que su encuentro con el micrófono fue casual.

Cuando era adolescente, acompañó a una amiga locutora a una emisora en Pedernales y, en medio de las bromas, le pidieron que diera la hora. Desde entonces, iba todos los días a hacerlo.

Un día, un locutor le pidió que mencionara al grupo musical Proyecto Uno, que estaba en su apogeo. Su actuación llamó la atención del propietario de la radio, quien le ofreció su primer programa: ‘Romance juvenil’, que se emitía de 16:00 a 18:00.

Así, dio sus primeros pasos en el mundo radial, que la ha acompañado durante 20 años. Sin embargo, la migración de sus padres la llevó, junto a sus seis hermanos, a Guayaquil. Allí, a los 18 años, quedó embarazada, truncando sus sueños de ser locutora, pero naciendo otro anhelo: ser tecnocumbiera y formar parte del Grupo Deseo.

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Su segundo esposo no apoyaba su pasión. “Cuando él salía a trabajar, aprovechaba para bailar a escondidas. Si me descubría, venían los problemas. Me rompió los sueños y yo lo permití”, lamenta.

Su padre siempre la alentó, llevándola a eventos públicos. Aunque no logró ser tecnocumbiera, en su madurez se convirtió en animadora y cantante, una de sus pasiones, que considera un don de Dios. Pronto lanzará su segundo tema, ‘La tóxica’, escrito junto a su hijo menor.

Tras un tiempo alejada, volvió a la radio, pasando por Onda Positiva, Radio América y Canela Manabí, hasta llegar a Canela Guayaquil, donde sigue.

Si tuviera que elegir entre los escenarios y el amor de un hombre, se quedaría con el primero. “El escenario no me pone los cachos ni me hace sufrir”, afirma.

“Es cierto que no todo es perfecto. Me va bien profesionalmente. Estoy abierta a un hombre que me acepte como soy, sin querer cambiarme. Quiero a alguien que me acompañe en el camino, que no me diga que no me ría o que me vista de tal manera. Después de varias rupturas y sufrir desilusiones, no quiero volver a pasar por eso. No quiero fracasar. Lo que hago es parte de mi vida y es lo que amo”, recalca.

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