El pasado 12 de diciembre, el mundo del entretenimiento ecuatoriano perdió a una de sus figuras más icónicas. Amparo Guillén, actriz y cantante reconocida por su talento y carisma, falleció a los 71 años en Cali, Colombia, a causa de un infarto. Sin embargo, detrás de su sonrisa y su éxito, se escondía una vida marcada por el dolor, las adversidades y una incansable lucha por salir adelante.

(Le invitamos a leer: Fallece Amparo Guillén, recordada actriz de 'Mis adorables entenados')

Infancia marcada por el abuso y la adicción

La vida de Amparo estuvo lejos de ser un cuento de hadas. En diversas entrevistas, incluidas varias para el diario EXTRA, reveló los duros episodios de su infancia. Fue víctima de abuso sexual en dos ocasiones, a los 6 y 14 años, hechos que dejaron cicatrices profundas en su vida y la llevaron a sumergirse en el mundo del alcoholismo y la drogadicción. Durante 21 años, luchó contra estas adicciones, incluso en los momentos más altos de su carrera.

A pesar de sus problemas personales, logró mantener su adicción en secreto de su familia y de los medios durante varios años. Su ingreso al mundo de la actuación fue fruto de un arduo esfuerzo, y la actriz se negaba a permitir que su lucha interna empañara sus logros profesionales.

A los 44 años, Amparo decidió dejar el alcohol y dedicar su vida a ayudar a otros que enfrentaban problemas similares. Fundó la organización Amparo Número 4112, enfocada en la rehabilitación de hombres y mujeres con adicciones. Durante 13 años, trabajó arduamente en esta iniciativa, pero también enfrentó numerosas dificultades, incluyendo pérdidas económicas por un incendio en su casa y el robo de su auto. Finalmente, la combinación de problemas de salud y financieros la obligó a cerrar la fundación.

Una salud deteriorada por la adversidad

Los últimos años de vida de Amparo estuvieron marcados por una batalla constante contra varias enfermedades. Durante la pandemia de la COVID-19, su situación económica se agravó al punto de no poder costear el tratamiento para su diabetes tipo 2, enfermedad que había padecido durante dos décadas. Además, sufría neuropatía, lo que le restó sensibilidad en los pies y las manos, y colon irritable. En entrevistas, relató cómo su falta de ingresos también le impidió cubrir necesidades básicas, como el pago del alquiler.

Amparo recurría a estrategias desesperadas, como pasar largas horas en un centro comercial cercano para evitar al propietario de su vivienda. Estos actos reflejan la cruda realidad que enfrentó una mujer que, pese a su talento y contribuciones al arte, no encontró el apoyo necesario para sobrellevar sus últimos años.

La partida de Amparo Guillén deja un vacío en el corazón de sus admiradores y en la historia del entretenimiento ecuatoriano. Su vida fue un testimonio de lucha, resiliencia y, sobre todo, humanidad. 

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡Suscríbete aquí!